Dejando aparte la aduana de los tribunales electorales, puede afirmarse que la elección intermedia se encuentra a punto de concluir. AMLO y los gobernadores electos se llevaron la mayor tajada. Les siguen los alcaldes triunfadores y los diputados federales y locales que se encaminan a sus curules en los congresos respectivos. La conclusión es que hay avances y retrocesos, ganadores y perdedores y lecturas objetivas y sesgadas. 

Y para que junio no quedara sin controversias pendientes, ayer surgió una estruendosa publicación del periódico New York Times que desglosa un amplio reportaje sobre la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, aquella que se acaba de caer y mató a mucha gente que iba en dos vagones que cayeron al suelo, y donde después de un mes aún no hay dictámenes ni culpabilidades. El medio estadounidense señala a Ebrard y a Slim como responsables. Y ayer mismo Claudia Sheinbaum salió a aclarar que su gobierno no filtró esa información al medio. ¿Quién la cuestionó o será reflejo de su mala conciencia? 

Respecto a la elección del 6 de junio, López Obrador ha dicho y repetido que fueron los ganadores absolutos y sólo se quejó de la clase media “que se deja influenciar”, que aspira a tener más que los pobres y que no quiere reconocer a la 4T. El mandatario parte de la idea central de que los morenistas ganaron 12 gubernaturas y que conserva la mayoría en la cámara de diputados. Y utiliza una euforia engañosa con la que quiere ocultar cifras y posibilidades.

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La realidad es que los ciudadanos analíticos tienen otros datos y otra visión. Si se considera que desde su inicio el régimen obradorista ha manifestado un poderío y autoritarismo creciente en la toma de decisiones y en el atropello de leyes e instituciones autónomas, debe reconocerse que el número total de votantes inconformes resultó mayor al esperado, si se recuerda que fue una elección intermedia, donde el pueblo no acostumbra salir a votar masivamente por diputados. 

Por otro lado, debe tenerse en cuenta que los reiterados actos previos de violencia en el territorio pudieron haber desalentado la asistencia a las casillas, lo cual no funcionó a quienes lo idearon. Pero hay otras lecturas interesantes.

En la capital de la república, la oposición arrebató 9 alcaldías a MORENA. La alianza PAN-PRI-PRD ganó en territorios donde en conjunto vive el 47 % de la población chilanga y se genera el 85 % del impuesto predial de toda la Ciudad de México. Y en esto hay un hecho poco descubierto: entre esas nueve alcaldías sobresalen Álvaro Obregón, Tlalpan, Coyoacán y Cuauhtémoc. En esos nueve territorios vive una población total de 4 millones 365 mil habitantes, cifra superior a la población total de 5 de las doce entidades federativas donde predominó el voto morenista, como son los pequeños estados de Tlaxcala, Nayarit, Campeche, Baja California Sur y Colima.  

Si el análisis se hace por el número total de votos obtenidos en CDMX, se observará que la alianza encabezada por MORENA obtuvo 1,734,636 votos y la encabezada por el PAN consiguió 1’705,951 sufragios. Sólo uno de cada dos votantes lo hizo en apoyo a AMLO.

Otro hecho notorio de esta elección es que parece que a AMLO le funcionó bien su política de “Abrazos, no balazos” si se considera que varios de los estados que ganó su alianza partidista se encuentran en el corredor de los principales cárteles de drogas: las Californias, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Colima, Michoacán y Guerrero.

Y si López Obrador revisa las cifras veracruzanas, encontrará detalles que le llamarán la atención: la alianza encabezada por su partido obtuvo un millón 341 mil votos y la alianza encabezada por el PAN consiguió un millón 126 mil sufragios. Quizá de aquí al 2024, la diferencia ahora a favor de Cuitláhuac y MORENA se haga menor. Sólo uno de cada dos votantes lo respaldó. Y una gran cantidad de municipios ganados son de población pequeña, donde proliferaron artimañas y mapacherías de arraigado cuño priista. 

Y se pueden hacer muchas más lecturas a favor y en contra. El problema para el jefe de gobierno es que la elección la sigue jalando él mismo. No tiene gallos con espolones propios. 

¿Tendrá en 2024 el fuelle y los resultados que la sociedad espera de él? Esa es la cuestión de fondo que todos los opositores observan con lupa.

La pomada que recomendó, seguramente la requirió desde que comenzó a visualizar tropiezos y fallas de sus operadores, candidatos y campañas. Puede seguir polarizando a la gente; pero su crédito va en bajada.

Por lo tanto, los lopezobradoristas no deben preocuparse por el prestigio de la 4T, sino por el desprestigio que arrastran los gobiernos morenistas -con el abuso de la mentira, la corrupción y la traición a la ciudadanía- ya que el primero se cuida solo.

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