2.02.2016

El domingo pasado el diputado Veracruzano Tarek Abdalá Saad convivió con amigos, aliados, la alcaldesa de Cosamaloapan Adriana Mass y el precandidato del PRI Héctor Yunes Landa. La sonrisa y tranquilidad que se percibía en el rostro del legislador federal, no daba pie a imaginar la nota que publicó ayer el diario Reforma, en su primera plana y ampliada en interiores, que lo vincula con un presunto líder de la delincuencia organizada en Tierra Blanca.

La garra del ex tesorero duartista lo limitó a emitir dos comentarios en Twitter. El primero, que no conoce y que no tiene ningún vínculo con el supuesto cabecilla de un cártel de la fechoría; el segundo, se confinó a tildar al procesado como “repartidor de cervezas”. La actividad del presunto delincuente parece estar demostrada; si es o era repartidor de cualquier producto legal no venía a cuento referirse desairadamente, es un trabajo decoroso.

Tarek Abdalá debería aprender aquello que Wiston Churchil le dijo a un joven de su partido cuando le enseñaba la Cámara de los Comunes: “Tus adversarios se sientan en esa bancada de enfrente; tus enemigos se sentarán aquí, a tu lado”. Seguro que los enemigos que se sientan a su lado ya le dijeron quien fue el perro que ladró. Tarek carga muchos señalamientos y en algún momento tendrá que responder a cada uno de ellos.

Sin embrago, el doble juego entre la maldad y la estupidez lo está soportando el novato legislador federal. Abdalá Saad tendrá que defenderse en el plano de los hechos y realidades, sólo así podrá demostrar que no es un político sin garra, de poco peso. Demuestra que la mitad de sus energías se van malgastando en eludir las zancadillas de los que tiene a lado.

Es verdad que no hay malvado que en el fondo no sea estúpido y no existe estúpido que al final no resulte peligroso. En política siempre hay los que gustan dar cuchilladas a los suyos como “sin querer queriendo”. En cualquier partido político, autolesionarse forma parte de su propia política, esa que no está escrita en estatutos o algunos de esos embrollos.

El sadismo es futuro y diversión para los políticos. El nexo entre la estupidez y la ambición, la frivolidad y la asechanza ratonera es un doble juego que lleva directamente al matadero.

Todo parece estar muy suelto en Veracruz. Es momento de que alguien con garra tome al toro por los cuernos y trate de recomponer el rumbo. Los descréditos y las aclaraciones no es la mejor galería. (AF)

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