La actual década ha dejado dos fenómenos inéditos en la historia moderna de Veracruz. El primero de ellos ha sido la grosera abundancia que robaron de la tesorería y los programas institucionales, el exgobernador Javier Duarte de Ochoa, su esposa Karime Macías y los cuarenta y tantos ladrones que los acompañaron en sus correrías por el entramado de pestilentes cañerías en que convirtieron la administración pública estatal en ese sexenio.

Han llegado a la cárcel el propio Duarte y un escaso número de colaboradores que medraron junto a él. Y otros más están en la mira de las autoridades, aunque nadie espera que las investigaciones de la PGR y la Fiscalía local permitan recuperar algo más que las nimias cantidades que ha publicitado con esmero Yunes Linares.

Si atendemos a la cifra que nos ha desvelado el próximo gobernador Cuitláhuac García, el monto que se adeuda llega a los 80 mil millones de pesos. Y si unimos ese importe a los presupuestos estatales que se hubieran destinado a la inversión pública de esos tiempos, nos percataremos de que las escasas obras de infraestructura que se han construido desde ese régimen, no compensan tales cifras. Cabe reconocer que el monto de dinero público perdido tiene características monumentales.

Anuncios

Los faltantes que no vio la sociedad veracruzana en obras de infraestructura, desaparecieron misteriosamente, sin que ninguna instancia fiscalizadora pueda informar convincentemente dónde quedaron o quién tiene esos fondos. Por eso parecen resultar válidas las especulaciones y comentarios en torno a que se los llevaron la dama de la abundancia y demás compinches.

Hubo en esos años una extraordinaria circulación de efectivo en varias ciudades del estado y un boom inmobiliario y empresarial. Así, casi de la nada, varios personajes de la política o empresarios recién forjados, empezaron a manifestar riquezas y estilos de vida ajenos a sus posibilidades económicas. Talleres mecánicos que se convirtieron en distribuidores de medicamentos de dudosa calidad, es el ejemplo más escandaloso. Propiedades de alta gama adquiridas en el extranjero. Profesionistas de medio pelo, que de pronto se transformaron en empresarios de la construcción, inmobiliarios, periodísticos, hoteleros, ganaderos, agropecuarios y demás etcéteras.

Pero los dineros que Yunes ha “buscado” patrióticamente y “con mucha insistencia”, sólo le produjeron victorias pírricas, más bien virtuales, como sus mecanismos de comunicación oficial y sus resultados electorales y de gobierno bianual. Son cifras ridículas, en comparación con lo que extrajeron del Estado.

Entonces, ante la falta de evidencia plena de la ubicación de esas inmensas y mal habidas ganancias y de sus poseedores, todo hace pensar que dichos fondos pudieran estar invertidos en lugares muy lejanos o en criptomonedas, que como su nombre lo indica, son sumamente difíciles de identificar en los mercados financieros y de divisas internacionales.

Se afirma lo anterior porque en los años recientes, ha trascendido que varias fortunas veracruzanas de cuño nuevo, y otras añejas, pero incrementadas en forma increíble, fueron hábilmente invertidas en mecanismos como la criptomoneda de moda, los célebres bitcoins, los que día a día incrementan su valor, y que como se señaló, es casi imposible dar seguimiento.

Constructores, hoteleros, empresarios de la transformación, comerciantes de todos los ramos y hasta astutos pastores de ovejas bien manipuladas, son ahora inversionistas de ese mundo complejo y poco visible de las criptodivisas, cuyo maravilloso funcionamiento es únicamente a través de transferencias electrónicas.

Abundancia y bitcoins son los temas de estos tiempos. Lo demás es historia dura e impura.

Publicidad