Evocando La mina animal que suele recordar el poeta veracruzano Orlando Guillén.

A pesar de la fuerte inconformidad social y defensa ambiental en contra de la explotación de una mina de oro a escasos tres kilómetros de la planta nucleoeléctrica de Laguna Verde, y gracias a las gestiones y relaciones políticas de una hábil empresa consultora de la Ciudad de México, un grupo de inversionistas canadienses logró obtener de la SEMARNAT, la autorización del proyecto minero Caballo Blanco, que se desarrolla en una extensa concesión federal en la zona del cerro de La Paila, entre los límites de los municipios de Alto Lucero y Actopan.

Una de las argumentaciones utilizadas por los ambientalistas para detener el proyecto, fue la peligrosidad por la cantidad de explosivos que utilizarán diariamente para sacar el oro y los demás metales del subsuelo.

Anuncios

Pero si se analizan los estudios sobre los recursos de flora y fauna del lugar y se leen con detenimiento los procesos extractivos que seguirá la compañía, se encuentran otros efectos igual de preocupantes en esos trabajos.

Desde luego, las toneladas de explosivos a utilizar son un verdadero riesgo. Pero el asunto no termina ahí. En el sitio, que conforman varios cientos de hectáreas de vegetación intocada hasta hace pocos meses, se están haciendo cortes de terreno para conformar un tajo de extracción y áreas de selección de materiales y confinamiento de suelos contaminados y lixiviados, del tamaño de varios campos de futbol, además de caminos de acceso y acarreo, fácilmente visibles desde varios kilómetros de altura.

Estos trabajos que ya se realizan con maquinaria pesada, están ocasionando daños a la fauna local, ya que incluso había venados y otras especies que se resguardaban en parajes inaccesibles en las alturas del cerro. Se conoce ahora que se están afectando varias hectáreas y cientos de ejemplares de encino tropical y otros árboles donde paraban y se guarecían las miles de aves migrantes que llegan cada año desde Norteamérica.

Pero lo que debe de poner en alerta a la población de varios municipios de la zona, son los grandes volúmenes de sustancias como el cianuro y otras igual de peligrosas, cuyos residuos contaminarán los mantos freáticos y pondrán en peligro la vida y generación de riqueza de los pobladores cercanos.

La mina Caballo Blanco, es un proyecto del mundo globalizado, que dejará al país un porcentaje ridículo de ganancias, pero que perjudicará enormemente a los recursos naturales y a la propia población veracruzana.

No es exagerado proponer un consejo de vigilancia y contraloría ciudadana, que exija el fiel cumplimiento de las condicionantes exigidas por la autoridad ambiental para la explotación minera.

Basta con revisar las Manifestaciones de Impacto Ambiental de cada una de las etapas del Proyecto (aprobadas por la SEMARNAT), para imaginar el terrible daño que puede ocasionar al ambiente y a las personas, el fallo de alguno de los procesos de operación o si algún fenómeno sísmico o hidrometeorológico acontece en la región.

Las afectaciones de La Paila se convertirían en un dócil caballo blanco, sobre el que montaría gustoso uno de los sietes jinetes del Apocalipsis.

De un Apocalipsis estrictamente veracruzano.

Publicidad