José Antonio Flores Vargas
La gubernatura que se está peleando en Veracruz, se disputa con tal energía, despliegue de recursos, y motivaciones de los tres principales aspirantes, que recuerda el asedio de los griegos a la ciudad de Troya, narrado por Homero en la Ilíada.
La analogía sale a cuento no sólo en la lucha por la titularidad del Poder Ejecutivo, sino también en el proceso que está siguiendo cada uno de esos tres candidatos a gobernador. Igualmente, en la expectativa que tienen los veracruzanos acerca de la administración que estará al frente del gobierno en los siguientes dos años.
En la lucha por la gubernatura, se está destinando tal fuerza y recursos, al grado de destrozar los principios elementales que debe salvaguardar cualquier sociedad civilizada. Las motivaciones que enseñan los candidatos para obtener el triunfo, hacen creer que el banquete es extenso, suculento y exquisito.
Los veracruzanos, al estar viviendo y observando esta historia, ya están pensando qué clase de Caballo de Troya los va a sorprender.
Si hablamos del candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) Cuitláhuac García Jiménez, se observan dos situaciones fundamentales que hacen recordar al mítico caballo. La primera, que no cuente con la estructura electoral necesaria en los lugares más recónditos de la entidad, para cuidar sus votos. La segunda, en el caso de obtener el triunfo, es que las decisiones de su gobierno las tendría que consultar con el “Presidente legítimo” de ese partido.
Por cuanto hace al candidato de la alianza “Para Mejorar Veracruz”, Héctor Yunes Landa, este tiene diferentes caballos de Troya. El primero, el que él reprochó como un “lastre” para su campaña. El segundo, el equipo de demolición, expertos en mapachería electoral. El tercero, el caballo que el propio candidato ha apacentado desde hace varios años y con el cual busca alcanzar su sueño juvenil.
El candidato de la coalición “Para Rescatar Veracruz”, Miguel Ángel Yunes Linares, se acompaña de dos caballos: uno que pretende mantener oculto y otro que se le podría aparecer. En la primera hipótesis, su Caballo de Troya esta forrado con costales de odio, rencor, omnipotencia y venganza, principalmente, que ahuyenta a los electores. En el segundo planteamiento, algunos piensan que la alianza amarilla traicionará en la víspera de la elección.
En los candidatos a gobernador está la responsabilidad de vigilar que ningún Caballo de Troya afecte la conquista que cada uno quiere alcanzar. El 5 de junio, o cuando sea declarado gobernador cualquiera de los mencionados, conoceremos quien de ellos no encontró su Talón de Aquiles.