26.02.2016

Las marchas de inconformidad en contra de la administración del gobernador Javier Duarte no acaban. Día con día se demuestra que el gobierno no tiene la capacidad para resolver problemas. La naturaleza del desconcierto es intensa.

La fuerza que ayer mostró el sindicato de la FESAPAUV revela que los aliados de ayer hoy se separan del poder. Ya no existe poder para poder. En cada manifestación se suman hasta los que no pertenecen al gremio o agrupación a la que corresponden. Cualquiera se conecta a las marchas por temor a que no vayan a perder la oportunidad de vivir otra Revolución.

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Los políticos consideran que modificando la ley cambiará el estado que guardan las cosas. Costumbre vetusta que quiere engañar cruelmente. No aceptan que las diferencias entre lo político y lo jurídico son abismales.

Lo anterior hace recordar los tiempos en que gobernaba el estado don Agustín Acosta Lagunes. En aquél momento se dio un enfrentamiento con su Secretario de Gobierno, el prestigiado abogado, ex Fiscal de la República y notario público Ignacio Morales Lechuga. Don Agustín lo cesó del cargo por las constantes diferencias de interpretación entre lo político y lo jurídico. Predominó lo político.

La rabia del gobernador era tal que lo quería encarcelar. Inteligente y culto como era don Agustín echó mano de uno de sus amigos, Don Ignacio Burgoa Orihuela. Le demandó que examinara todos los elementos jurídicos para castigar a su ex colaborador.

El maestro Burgoa, conocido y respetado en las escuelas de derecho como el Rey del Amparo, analizó y halló las pruebas legales para luchar con Morales Lechuga. La mesa estaba puesta para actuar en contra del ex funcionario veracruzano. Don Agustín aguardó la opinión de su aliado.

El encuentro entre el ex gobernador de Veracruz y el jurista mexicano se pactó en privado. El tema era definir las acciones para proceder con fundamento. Le comentó al mandatario que todo estaba preparado. El Ejecutivo estaba feliz con la investigación y respuesta del amigo.

Sin embargo, Burgoa Orihuela arrojó una advertencia y curioseó. “Agustín, yo soy y seré puntual en todo lo jurídico, no te preocupes, pero ¿quién será el responsable de lo político?”.  Acosta Lagunes enmudeció. Nunca se desplegó nada en contra de Ignacio Morales.

Esta anécdota trata de mostrar que no todo lo jurídico es políticamente correcto, ni todo lo político es jurídicamente justo. Las cosas no se resuelven cambiando una ley, no evoluciona el estado de las cosas, sólo las regula. La Universidad Veracruzana no arreglará el déficit económico con reformas legales. La máxima casa de estudios requiere los recursos económicos que han dejado de entregarle.

Tratar de aplicar cambios legislativos sin que los ciudadanos las entiendan, es simplemente decretar la fecha de caducidad de cualquier disposición regenerativa. Esto muestra que se cambia para no cambiar. (AF)

 

 

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