No es que los candidatos estén ante el paredón de fusilamiento o puestos contra la pared. Eso les sucederá el primero de julio próximo a aquellos candidatos que no logren levantar en el ánimo de la sociedad mexicana. El domingo anterior concluyó la etapa en que desfilaron ante la población los valientes precandidatos a la presidencia de la república y a las gubernaturas en juego.

Y esos días de precampaña nos han mostrado una serie de situaciones en torno a ellos. Más decepciones que descubrimientos positivos. La primera decepción nos la dieron todos aquellos que se subieron al ring frente a Andrés Manuel López Obrador, mostrando arrastre popular, fortalezas, técnicas, mañas y fintas de combate. El primer descubrimiento fue que hasta ese día, ninguno de los oponentes pudo enseñar armas poderosas para tumbarle el primerísimo lugar al tabasqueño.

Ricardo Anaya y José Antonio Meade apuradamente terminaron peleándose el segundo lugar. Los precandidatos independientes mostraron el cobre en eso de la simpatía ciudadana. Ni Jaime Rodríguez, El Bronco, ni Margarita Zavala consiguieron generar gran polvo en su camino, como ofrecieron.

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Mejores papeles hicieron Armando Ríos Píter, y sobre todo, Edgar Portillo Figueroa, el universitario, de quien se dice, es apoyado por muy pocos auxiliares en el levantamiento de las firmas que exigió el INE. El día 19 de febrero, se definirá quiénes de ellos adquieren el carácter formal de candidatos a la presidencia.

En el caso de la gubernatura veracruzana, los equipos de Miguel Ángel Yunes Márquez y de Cuitláhuac García, argumentan tener el primer lugar en la intención del voto. El equipo del estero de Boca del Río, contando con todos los recursos económicos en su favor. El segundo, consciente de que la marejada morenista puede bañar de esperanza y votos a su causa.

La decepción más sentida es la poca capacidad del candidato del PRI para encender a los votantes. Pepe Yunes lucha contra sus propios fantasmas y con todos aquellos muertos vivos colgados del escenario jarocho y de su última esperanza financiera con cargo a una jugosa campaña.

Pero la decepción más increíble, es que el político peroteño, a sabiendas de lo poco que vale la actual membresía y estructura priista, insista en utilizarla para mover la campaña por el territorio veracruzano. Al tener una estructura quemada y repudiada, lo que menos le produce son partidarios comprometidos o adeptos nuevos. Y dejar todo al voto duro, no es garantía de nada que sirva más allá de obtener un tercer lugar. Pepe vive las deslealtades, los errores y los horrores de su antecesor.

Deberemos esperar si suceden milagros durante el intermedio de 46 días y durante la lucha de los 90 días de campaña. Sólo que algo viniera a cimbrar a México y a Veracruz, podría mover las cosas, para manifestarse de distinta manera a como vienen sucediendo.

López Obrador y Yunes Márquez parecen llevar la batuta hasta el primero de julio. Ricardo Ahued y Rocío Nahle podrían sumarse como senadores a la selecta fiesta de los elegidos ese domingo por la noche. Los diputados federales y locales provendrían de esos partidos. No se ve de dónde más. El priismo va en dirección a convertirse en estigma político.

Decepciones y descubrimientos parecen definitivos. Lo demás sólo pinta a desilusiones.

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