Cuentan que allá por el año de 1900 en Sevilla, existía un labriego llamado Ambrosio, quien tuvo la brillante idea de abandonar el duro trabajo del campo para incorporarse a la lucrativa tarea de salteador de caminos. Sin embargo, con todo y su inseparable arma, los caminantes a los que asaltaba le tomaban a broma debido a la proverbial candidez que le caracterizaba.

Ante cada fallido intento, el novel salteador se veía obligado a retirarse avergonzado a su casa. Mientras caminaba, y para que todos lo escucharan, iba maldiciendo la descompostura de la carabina, a la que achacaba la ineficacia de su estrategia para conseguir dinero contante y sonante.

El arma de Ambrosio también recuerda la centenaria y revolucionaria carabina 30-30 que los rebeldes portaban, y cuya sangre estaban dispuestos a dar por los explotados de nuestra nación.

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El día de ayer, un evento en Palacio Nacional encabezado por Enrique Peña Nieto, recordó otro muy similar, realizado por aquel mandatario panista que echó a andar una guerra que está en su máximo apogeo en México y que ha dejado miles de muertos en todo el territorio. En octubre de 2006, Felipe Calderón Hinojosa, presentó su plan “México 2030, Proyecto de gran visión”, que serviría para “ponernos de acuerdo sobre el futuro del país”. Por supuesto que esa estrategia resulto una verdadera ilusión, como tantas otras que instrumentó el expresidente de las mañanas difíciles.

Ayer en Palacio Nacional, en su penúltimo año de gestión gubernamental, probablemente influenciado por esa loable utopía y para no quedarse atrás en cuestiones de originalidad, el Presidente de la República instaló el Consejo Nacional de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, asegurando a la nutrida concurrencia que este mecanismo interinstitucional “permitirá definir la ruta para incorporar diferentes visiones en un objetivo común”.

Para no pecar de conformista estableció 19 objetivos, entre ellos el de eliminar la pobreza extrema que aqueja a millones de mexicanos en todas las entidades federativas. Orgulloso de su patriótica gestión y con voz tronante dijo también que “México ha dado pasos claros que nos permiten estar a la altura de este desafío”.

Por su parte, el doctor Luis Videgaray, nuestro brillante canciller que no piensa contender por la presidencia en 2018, confió a sus atentos oyentes que “los objetivos de la Agenda son los más ambiciosos de los que se tenga registro. Son una hoja de ruta aspiracional que atiende los objetivos de globlablabla…………….”.

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