15.02.2016

Cuando se reflexionan las palabras de un líder mundial como el Papa Francisco, la mente se sacude, siempre y cuando se tenga todavía un poco de conciencia. La necesidad de abolir la esclavitud de la corrupción, de la violencia, de los jóvenes, de las drogas, de la falta de cuidado a la vida humana, son factores que impiden al ser humano desarrollarse a plenitud y deben atenderse con valor.

El Papa Francisco habló fuerte, directo y con la compostura de una persona como él. Precisó y advirtió que el hombre sufre tres tentaciones que lo destruyen “riqueza, vanidad y orgullo”. Y sentenció “Con el demonio no se dialoga”.

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El Sumo Pontífice, en los encuentros con el Presidente Enrique Peña Nieto, con los Obispos de México, con el pueblo mexicano y en su homilía dominical, principalmente, ha actuado políticamente correcto como Jefe de Estado, sin dejar de insistir en que no se debe tener miedo a la transparencia.

Es evidente que un hombre de esta posición sabe y tiene mucha, pero mucha información sobre lo que ocurre en el mundo, al margen de que es un gran filósofo del catolicismo. México es uno de los países más importantes para la iglesia católica, por ello, los tres últimos pontífices no han perdido la oportunidad de visitar el país.

En su discurso del sábado, pronunciado ante el cuerpo de Obispos mexicanos, sus palabras fueron interpretadas como un regaño e incluso calificadas como humillantes. No debería considerarse así, sólo dijo lo que sucede en la realidad terrenal, desterró los discursos teológicos.

Exponer que no hay que dejarse corromper por el “materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa” o que no hay que perder “tiempo y energías en las cosas secundarias, en la habladurías e intrigas, en los vanos proyectos de carrera, en los vacíos planes de la hegemonía, en los infecundos clubes de intereses” corrobora que conoce lo que es la condición humana.

Pero lo que no deja de sorprender es su vocabulario directo y sencillo al demandar “no caer en la paralización de dar viejas respuestas a las nuevas demandas ¡Ay de ustedes si se duermen en los laureles”.

Estas son algunas de las reflexiones que soltó en dos días el argentino Jorge Bergoglio en México. Los políticos deberían profundizar en esas reflexiones porque hay una buena radiografía de lo que acontece en el país.

Los candidatos que buscan la máxima magistratura de Veracruz podrían reflexionar que “Si tienen que pelearse, peléense, si tienen que decirse cosas, se las digan, pero como hombres, en la cara”.

Veracruz tiene cáncer, no necesita que sus políticos carguen costales de odio y rencor para resolver los problemas de la entidad. Veracruz clama “Cariñoterapia”, no más demonios. (AF)

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