7.04.2016

Llegar de noche a casa implica que la bata se acaba de usar o que la bata se va a usar. Cualquiera puede justificar su situación personal. En ambos casos hay algo contrario a la mente: la mentira. Hay ocasiones en que se sueña con un gobierno que termina obras que nunca ha comenzado pero anuncia con gran algarabía.

La vida enseña que caminamos como un semáforo. Rojo, detenerse; amarillo la señal de que hay que pararse o cruzar apresuradamente y verde, todo vale, hay que seguir. En Veracruz cruzamos con un agente de seguros que vende la vida y la muerte en el mismo sentido. Nada resuelve nada. Todo ilusión atempera nuestra sensación de seguridad aunque siempre escuchemos las sirenas de la ambulancia.

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Veracruz está en el mercado común de las elecciones y no se distinguen personas, animales y plantas. Todo es cambio y progreso para el poder. Ahora hay una gran fiesta de armisticio en el fondo del mar. La gente exquisita se ha quedado sin coartada y hay un retrete de cinco estrellas en el escenario arropado por un castizo desayuno.

Avanzamos hacia un tratado de adhesión donde se respetarán a las cabras, eruditos, gallinas, filósofos, tornillos, artistas, tomates y libres pensadores de estilo botánico. No hay más oferta. Los chaneques reciben abrazos y parabienes. Ocuparán el último tramo de la administración duartista para hacer frente a los que quebranten “el proyecto”.

No es necesario decir que Duarte está muerto, que Nietszche a muerto. A nadie le importa. Las vallas publicitarias del gobierno de Veracruz ponen cada vez más difícil el escenario político de la entidad. La sociedad comienza a tomar la actitud que exhibe la crueldad de la indiferencia.

La soledad tranquila y dócil hace que en Veracruz se recuerde la alfombra y el laberinto podrido de la administración pública veracruzana. Todos se miran uno a otro con ojos iguales. El alma no tendrá necesidad de ir a ninguna parte. El aroma de hoguera de cadáveres se eleva con cambios sin cambios para salvar trozos de acera. Nada.

El gusano de la clandestinidad hace capullo. Los políticos intentarán que todo crezca sin cesar para tomar posiciones desde la obscuridad y alcanzar un punto fino de donde agarrarse. Todo está rebanado por dentro. La frivolidad política será normal hasta el fin de la administración.

Los pólipos mas difíciles de extirpar no quieren entrar a cirugía. Las bestias soñaran que pueden alcanzar la cumbre más alta de la cima. Tal vez los rústicos morirán soñando porque su carne está llena de música. Todo indica que los políticos saldrán por la puerta de atrás convertidos en filetes, morcillas, chuletas o longanizas.

La maquina comienza a producir un descuartizamiento general. Ni la bata o un semáforo podrán descubrir al agente de seguros. El cisne negro no mostrará que el ego forma parte de la política. De la política se sabe nada y cada día se quiere saber menos. Todos siguen buscando carne y escenifican el teatro de lo absurdo. (AF)

 

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