José Antonio Flores Vargas

De acuerdo con una vieja leyenda prehispánica, el dios Quetzalcóatl llegó hasta el río Coatzacoalcos y a bordo de una balsa partió al oriente dejando la promesa de regresar un día. Por esa razón, cuando Hernán Cortés desembarca en tierras continentales de América, los nativos creyeron que era el dios que por fin regresaba.

En el año de 1522 el conquistador español funda varios pueblos en lo que ahora es nuestro estado, uno de ellos, la Villa del Espíritu Santo en la margen derecha del río, la actual Villa Allende, perteneciente al municipio de Coatzacoalcos, creado en 1881.

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En 1900 el pueblo de Coatzacoalcos fue elevado a la categoría de villa con el nombre de Puerto México y fue hasta el año de 1936, cuando se le restituyó su nombre original de Coatzacoalcos que ha conservado.

El nombre del municipio en náhuatl significa “lugar donde se esconde la serpiente”. Durante muchas décadas gozó del auge petrolero y se le denominó “La Puerta del Sureste”. Ahí se construyeron los complejos petroquímicos más grandes del país y de Latinoamérica: Cangrejera, Pajaritos y Morelos.

Para finales el siglo XX, los años de bonanza habían terminado, causando grandes estragos al empleo de la zona y por ende a su economía.

Por esa razón, el gobernador Miguel Alemán a principios de 1999, en su política de desarrollo regional, consideró a Coatzacoalcos como un polo que debía impulsarse, llevándolo a la modernidad.

Así nacieron en ese tiempo, los proyectos del Teatro y Centro de Convenciones y el Túnel Sumergido de Coatzacoalcos, que serviría para comunicar la cabecera con la congregación de Allende, y así resolver el grave problema de comunicación de la población trabajadora, en su viaje diario a los complejos petroquímicos, al otro lado del río.

Nadie imaginó que en los años posteriores se complicarían tanto las cosas en ese municipio. Con una inversión cercana a los 420 millones de pesos, el gobierno de Miguel Alemán logró construir el Teatro y Centro de Convenciones, en cuya inauguración estuvo el cantante italiano Luciano Pavarotti, quien interrumpió una canción para decir que la acústica de ese escenario no la tenían ni los mejores teatros de Inglaterra.

El Túnel no tuvo tanta suerte, como tampoco Coatzacoalcos, que al paso de los años, avanzó en su decadencia e incrementó sus desgracias. El túnel se sumergió en un río de inmundicia y corrupción y no puede ser terminado. La ciudad, poco a poco fue invadida por la delincuencia organizada, actual dueña y señora de ese territorio.

Desde el año anterior el municipio se convirtió en uno de los de mayor incidencia de delitos en el estado y en el país. Tan sólo en 2016, los delitos graves suman más que los días transcurridos en el año.

Por esa razón, la población desesperada ha realizado manifestaciones multitudinarias y llamados de socorro a las autoridades federales, militares y del estado.

El pasado 31 de agosto, el periódico Excélsior publicó la columna “Un infierno llamado Coatzacoalcos”, firmada por el reconocido analista político Francisco Garfias, quien señaló que en lo que iba del año en esa ciudad, se habían cometido 361 delitos: 48 homicidios, 61 secuestros, 32 desapariciones, 77 robos de vehículos y 143 robos a casas y negocios.

Durante el mes de septiembre, el presidente Peña Nieto informó que en 50 municipios del país realizarían una estrategia especial contra el delito, sin embargo, para decepción de la población, no se incluyó a esa ciudad petrolera.

Esta semana en el Diario Reforma, se publicó un desplegado mediante el cual la población de ese puerto, en voz de los principales dirigentes empresariales y sociales, exigen a Peña Nieto el envío de elementos de la Gendarmería, la Policía Federal y el Ejército, para acabar con esa persistente ola de violencia.

En el desplegado, alertaron que en los tres últimos meses, centenares de familias han abandonado hogares y negocios por esa causa.

Este martes se informó que habían liberado a un médico que unos días antes habían plagiado cerca de una clínica particular.

La sociedad veracruzana espera una respuesta firme y contundente de la Presidencia de la República. Coatzacoalcos también es México.

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