José Antonio Flores Vargas

A raíz de la estrepitosa derrota electoral del 5 de junio pasado, en que se perdieron la gubernatura y la mayoría de las diputaciones locales, mucho se ha hablado y escrito, sobre cómo salvar al partido que gobernará a Veracruz hasta el 30 de noviembre de este año.

Y es que la cauda de corrupción que arrastra el gobierno estatal que concluye en un poco más de un mes, ha sumido al PRI en su peor debacle en Veracruz, de la cual será muy difícil sobreponerse.

Anuncios

Por ejemplo, la actitud asumida de su candidato perdedor a la gubernatura, quien no para de hacer pensar a los militantes, que es mejor acudir a otros partidos, porque en ese instituto político no parece existir ningún futuro.

Pensar en el PRI veracruzano, es pensar en personajes gastados, por no adjetivarlos de otra manera. Amadeo, Ranulfo, Morgado, Jorge Moreno, y los demás nombres que la gente recuerde, ya no son garantía, ni de triunfos electorales, ni de credibilidad en ese partido político.

Por eso, surgen indicios de que al interior de la próxima diputación local, varios diputados han sido invitados a formar un grupo independiente, que no tenga por qué recurrir u obedecer a los líderes estatales. Se sabe de diputados del PRI y de otros partidos que traen esta iniciativa. Prefieren negociar con la cabeza gobernante y no con personas sin ninguna representatividad, que pretenden seguir viviendo de “su trayectoria, militancia y sobrada experiencia política”.

Otra idea que se empieza a manejar, donde aparecen los apellidos Robles o Muguira, por ejemplo, es la de conformar un fuerte bloque de mujeres que cuentan con serias posibilidades políticas y fuerza económica suficiente, que pueda dirigir este partido y retire de una buena vez a los añejos dirigentes y a las numerosas damas de pasarela y vocación de metomentodo, que pululan en el partido, sin ningún arraigo popular, pero con suficiente disposición y ansias de intercambiar favores diurnos y nocturnos para escalar peldaños políticos y aumentar sus cuentas bancarias.

Se pretende conformar un grupo de mujeres con liderazgo real y fuerza económica, que pueda encauzar a los militantes hacia un partido donde haya verdadera democracia interna, disciplina real y competencia leal por los cargos partidarios. Ni “mirreyes” de aparador, ni “reinis” de los ejidos, ni princesas de porcelana, huecas de la cabeza.

A como se ven las cosas, se vienen tiempos en que las diferencias, las traiciones y las exigencias de cambio, orillarán a la polarización interna del PRI.

O quizá habrán llegado los tiempos en que ese anquilosado partido, deba ser salvado por la astucia, el trabajo  y la mano tersa del poder y la inteligencia femenina.

Un buen intento para dar la mejor cara, en vísperas de las elecciones municipales y de gobernador en 2018.

Publicidad