La pandemia por Covid-19 está ocasionando una grave afectación a la economía de las familias, de los gobiernos y de los países en general. Con datos obtenidos por el INEGI, el periódico El Economista informó ayer que, durante el mes de abril en México, el consumo privado cayó a niveles no vistos desde la debacle económica mundial del año 2009, puntualizando en que el nivel de consumo se desplomó 19.7% respecto al mes previo.

La obligada modificación de la canasta en los hogares y la caída generalizada de los ingresos impactan de manera importante en el nivel de compra de los hogares nacionales. Este fenómeno ocasiona una disminución en la adquisición de satisfactores, afectándose más la compra de productos importados y otros artículos no prioritarios.   

Una muestra del impacto lo dan la caída del turismo, las menores ventas de vehículos nuevos y usados y de casas habitación e inmuebles diversos, la disminución en la construcción de obra pública y privada y en la prestación de servicios profesionales (médicos, dentistas, nutriólogos, psicólogos, abogados, contadores y arquitectos).

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México es un país que adquiere muchas cosas vía tarjetas de crédito. Los bancos acaban de extender el beneficio de meses de prórroga para posponer el pago mínimo mensual. Pero esto trae como consecuencia que día tras día se sumen los intereses, incrementando las deudas de los usuarios con esas instituciones. 

Por ello una considerable cantidad de familias están limitando sus compras a lo más indispensable, como son los alimentos y los gastos de servicios básicos, para no continuar endeudándose con la tarjeta de crédito. 

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Entidades de gobierno como el IMSS están informando la imparable pérdida de puestos de trabajo formales (se habla de un millón de empleos perdidos) que han dejado de cotizar al instituto. Muchos de los trabajadores despedidos a causa de la crisis o por razones de salud y gastos médicos, hospitalarios o por defunción de familiares, han debido pedir adelantos de sus ahorros de afore o préstamos institucionales.

Organismos internacionales como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) han alertado en que esta pandemia puede durar hasta año y medio más en comenzar a controlarse, antes de que se pueda tener una vacuna en manos de los consumidores. 

Ante ese complejo escenario, las familias deberán apretarse más el cinturón, descubrir nuevas formas de ahorro y de subsistencia que les aleje del crédito privado. Los estados, por su parte, deberán esforzarse para otorgar mayores subsidios a la población y a los pequeños emprendedores. La caída del 20% mencionada, puede incrementarse en los meses siguientes.

La crisis tiende a crecer y las familias deberán hacer milagros para lograr la estabilidad y desarrollo pleno de sus jóvenes integrantes. 

Son tiempos de guardar pan para mayo y leña para abril, que no sabes el tiempo que va a venir, dicen en el campo.

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