Cuando Cuitláhuac García obtuvo el triunfo como gobernador gracias al empuje lopezobradorista y porque la sociedad veracruzana impidió la imposición monárquica de los Yunes azules, muchos votantes tuvieron la esperanza de una transformación auténtica. Pero a casi tres años de la administración cuitlahuista, gran parte de la población está decepcionada y sorprendida por las acciones y actitudes del ejecutivo estatal.

Durante este tiempo Cuitláhuac solo se ha escondido detrás de discursos elocuentes en vez de asumir con honestidad sus hechos y sus responsabilidades sociales. La negación del derecho, del dolor y de la historia de los demás es una constante en él y en sus colaboradores. Movilizan a su gente para beneficio partidario, propio e ideológico y para favorecer a los grupos de interés.

Se afirma lo anterior por el acontecimiento del huracán Grace que dejó 8 victimas a su paso por la entidad (no se cuestiona o culpa a nadie por estos hechos de la naturaleza) y la reacción del gobernador y sus colaboradores. Insensibilidad e incongruencia ideológica es la que demuestra este gabinete ante la desgracia, amén de la falta de impericia de los altos funcionarios para organizar y actuar frente a las dificultades.

Nadie podría negar que hay carencia de liderazgo en el gobierno de Veracruz por su inconsistencia en el actuar. Todo lo que en la 4T renegaron, repudiaron y lamentaron de diferentes maneras, a nombre de ideologías rebasadas, son ahora confrontados con su mismo discurso. 

En los cientos de videos que circulan en las redes sociales se observa al gobernador y a miembros de su equipo paleando calles anegadas por agua y lodo o, como publicó el secretario de Educación Zenyazen Escobar, y sus siervos transformadores, mostrando que con cubeta de 20 litros es como se debe sacar el agua estancada de las escuelas que se construyeron en las áreas bajas y menos apropiadas. 

Estos modos 4T reflejan que no conocen las bombas para extraer el agua, que no quieren resolver en el fondo nada, que no hay dineros suficientes para atender estas desgracias o quizá simplemente son fotos para el Facebook.

Parece que los cuitlahuistas quieren inundar -con su pensamiento superficial- las redes sociales para crear un nuevo tipo de analfabetismo y así desbalancear y sesgar la información. Ellos privilegian la cantidad, no el conocimiento para evitar la estimulación profunda de lo que se piensa y hace. Como aquella conseja ideológica, avivan “la emoción sobre la razón y el pensamiento grupal por encima del crítico”.

La falta de interés por tener una estructura eficiente en el gobierno del estado demuestra que obrar no es resaltar las intenciones, sino la capacidad para hacer cosas concretas y efectivas. Los cuitlahuanos hacen su propia historia. La incompetencia para actuar, realizar las cosas y, en particular, su incapacidad para influir y transformar la vida de los veracruzanos es real.

Por lo tanto, si Cuitláhuac no tiene conciencia discursiva, será casi imposible que tenga conciencia práctica. Sus restricciones inhabilitan sus acciones de gobierno.

Veracruz vive el usufructo incorrecto del poder. 

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