Nadie imaginaba que Cuitláhuac García Jiménez iba a tener tantos días de tranquilidad en las semanas previas a su asunción como gobernador del estado de Veracruz. Pero pudiera afirmarse que el desgano y la depresión que manifiesta el actual gobernador desde que hizo perder la elección a su primogénito, lo empujan a manifestarse como un mal perdedor en la política y como un gobernante mediocre a quien le cuesta cerrar decorosamente su gestión.

Debe recordarse que Yunes Linares se negaba a reconocer el triunfo electoral de Cuitláhuac, y hasta intentó, contra toda lógica y legalidad, hacer alguna jugarreta imposible. Después ha ido dando pasos erráticos y manifestaciones extrañas que nada tienen que ver con los timbres que todos le conocían en sus épocas anteriores.

La primera situación inesperada y contra toda normatividad presupuestal, fue cuando afirmó con rotundidad que él no tenía porqué hacerse cargo de los últimos pagos del año al personal del gobierno. Dijo que ese tema era del gobernador entrante, ya que éste tendrá esa responsabilidad. No faltó quien le dijera que él (el propio Yunes) era el responsable de pagar los sueldos y sus porcentajes de aguinaldos hasta el 30 de noviembre, por los 11 meses que gobernaría en este año 2018.

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Esa expresión irracional, le dio oportunidad a García Jiménez de indicar que para atender los pendientes de pago que se reclaman, gestionaría un rescate financiero con la federación, ajeno a una solución vía empréstitos bancarios. Mencionó 30 mil millones de pesos para ese objetivo.

Otra acción fallida, fue la exigencia que empezó a correr en redes sociales y en algunos medios de comunicación, en el sentido de que Cuitláhuac no había tenido un gesto humanitario con los damnificados de las inundaciones de la temporada de ciclones. El gobernador electo tuvo que salir a declarar que el gobernador en funciones era Yunes Linares y que por lo tanto, la responsabilidad era del hombre principal del estero de Boca del Río, el que, por cierto, dio pocas muestras de interesarse en llevar auxilio a los veracruzanos inundados o perjudicados en sus bienes.

El último ejemplo de que Yunes perdió el norte, fue su intención de mal disponer de los bienes inmuebles del patrimonio del estado, pretendiendo enajenar algunos de ellos a los dos alcaldes de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río.

Ese loco intento fue totalmente bloqueado por los diputados electos de MORENA, quienes desde hace días tomaron las instalaciones del Congreso estatal para impedir que los diputados salientes aprobaran tal aberración en las horas finales de la presente Legislatura.

Desde luego, esa acción nada ortodoxa en un estado de Derecho, tuvo que ser respaldada por el gobernador entrante. El día de ayer, Cuitláhuac afirmó que apoyaba tal determinación de los legisladores de su partido, ya que estos no tuvieron otra opción para obstaculizar la instrucción de Yunes Linares.

El liderazgo de García Jiménez se ha fortalecido con las respuestas que ha dado en estos días. El ingeniero mecánico electricista demostró que además de las flechas, como buen marqués que ya es, aprendió a mover el abanico.

Su acercamiento al Palacio de Gobierno está resultando menos complejo de lo que se especulaba hace meses en los círculos del poder local y federal.

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