Lo demostró y lo llevó a la práctica el propio presidente de la república en estas semanas. López Obrador aprovechó un problema de la Comisión Federal de Electricidad, creado por Manuel Bartlett con las empresas de los gasoductos, para sentarse a negociar con Carlos Slim y resolver el asunto, aplicando varias horas de trabajo y dando al magnate el reconocimiento adecuado en el evento del Informe de Gobierno el domingo en palacio nacional.

Y es bueno que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez observara el ejemplo de su jefe y guía y aprovechara la iniciativa del periodista Carlos Loret de Mola, para sentarse a dialogar, evaluar informaciones y conciliar acciones con el fiscal general del estado, Jorge Winckler, a quien desde el gabinete veracruzano le han estado enviando obuses para retirarlo del cargo obtenido con apoyo del exgobernador Yunes Linares.

El motivo causante de esa reunión del día de ayer lo dio la cruel matanza de personas en un centro nocturno de Coatzacoalcos la semana anterior, donde según las informaciones murieron 30 seres humanos que laboraban o se divertían en ese lugar.

Esta primera reunión cordial entre gobernador y fiscal inaugura nuevas relaciones en la cúpula del poder veracruzano. Aunque nueve meses tarde, es creíble que los temas de la seguridad pública empiecen a tomar el rumbo correcto.

El fiscal debe entender que su permanencia en el cargo pasa por la necesidad de dar buenos resultados a la sociedad, la que podría organizarse para defenestrarlo, si esta no ve avance alguno. Pero el mismo criterio es aplicable a todos aquellos funcionarios del gabinete veracruzano que debiendo hacerlo, no contribuyan a serenar el estado, a realizar acciones preventivas y a castigar a los responsables de los hechos que tienen a esta entidad como una de las más inseguras del país.

Andrés Manuel dijo el domingo que estaba empeñado en serenar al país. Es un requisito indispensable si, como pretende, quiere dar bienestar a la población y que esta se sienta como él: feliz, feliz, feliz.

La mesa de trabajo que se tuvo ayer lunes por la mañana en el palacio de gobierno estatal, mostró a ambos personajes como individuos inteligentes y preocupados por la seguridad y el progreso de Veracruz.

Serenar a Veracruz implica serenar a las cúpulas locales y, sobre todo, partir de una plataforma única de datos y decisiones hacia la estabilidad y el desarrollo, interrumpidos desde hace varios años.

Cuitláhuac García y Jorge Winckler pueden pasar a la historia de los hechos concretos y de los resultados positivos de una buena vez en materia de seguridad pública. Y si esto requiere de cambios en el organigrama, no debe haber dudas ni compromisos políticos que valgan más.

Veracruz es primero y tiene que ser más grande que sus problemas.

Publicidad