Acostumbrado a los escenarios y a los espectáculos para impresionar ingenuos, este martes el presidente de la república sacó del palacio al último personaje de la comedia que empieza a transformarse en drama. Solo a una mente débil y desesperada se le ocurre que con el cuento de un enorme bloque opositor al que llamaron BOA, la sociedad mexicana olvidará las constantes fallas de la 4T en la seguridad pública, en la economía nacional y en la salud de los mexicanos.

Pero el tema planteado de la oposición y su fuerza posible para contrarrestar a AMLO, resulta oportuno para reflexionar sobre las posibilidades actuales en esa dirección tan temida por los jefes morenistas en el país y en el estado.

A nivel país, avanza la inconformidad de la gente, pero lo cierto es que la oposición de los políticos es errática y a veces solo mediática. Ayer mismo, después de la sentida y furibunda carta de Dante Delgado, uno de sus senadores anunció su comedida marcha a MORENA. Cómo explicar la “traición”: fue un irresistible cañonazo al senador, o una de las jugadas maestras de Dante. O es como cuentan, que en Movimiento Ciudadano cada cabeza es todo un mundo de posibilidades. Entonces, cuál oposición es la que existe. Acaso un simple golpe de chequera resuelve el temible golpe de estado, esgrimido con lágrimas de cocodrilo por Andrés Manuel.

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La oposición real, si llega a verse algún día, tendrá que mostrarla la sociedad—la misma que llevó al tabasqueño a palacio—los sectores productivos, los intelectuales y todos aquellos emprendedores que ven cerca un panorama de miseria e inestabilidad.

Y si el tema de la oposición lo llevamos a Veracruz, observamos que las cosas son muy semejantes en esta entidad. Tendrán que ser los propios veracruzanos los que boten a Cuitláhuac y a su descendencia política. Y todo porque los liderazgos tradicionales, los dirigentes populares, las avejentadas instituciones sociales y los partidos y su burocracia reducida ya no dicen nada al 90 por ciento de las personas que votan.

Veamos un caso: Héctor Yunes va por su carril y otra vez dice que quiere ser gobernador: y su hija que le coordinó la campaña anterior a gobernador, va por el suyo (de ella), en el partido verde, bien enchufado a Morena. 

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En el PAN, la fuerza del estero está calladita y solamente manda a Indira Rosales a dar cachetadas de vez en cuando. Del lado del Chapito Guzmán, solo se mueve el porteño Julen, el exsecretario de la SIOP y lenguaraz senador azul. Pero este mal constructor no puede hacer gran futurismo porque intuye que los coatepecanos ya bautizaron el camino de la muerte que los comunica con Xalapa, y que en el imaginario colectivo identifican como el Boulevard Rementería.

Por el lado del empequeñecido PRI, Marlon Ramírez quisiera tener como escudero a Américo con todo y Pepe Yunes. Así tendría, cuando menos, el cansino y plumífero manejo triunfal que necesita con urgencia para que otros priistas igual de ambiciosos no lo saquen de su simulación tricolor con trompetillas.

En el PRD solo existen las tres letras disonantes del membrete y algunas mentes que adoran a Onán y extrañan las alforjas repletas que recibían de donde fuera, con todo y cabalgaduras.  Nadie de lo “ilustres” perredistas hace nada por honrar el trabajo esforzado de Cuauhtémoc Cárdenas o por acercarse al pensamiento lúcido y analítico de los dos o tres grandes santones que morirán amarillos sin descendencia notable.  

Esa es la triste realidad de la oposición en Veracruz. Están dadas las condiciones por la mediocridad de Cuitláhuac García y la decadencia de AMLO. Pero lo que hacen los diversos actores no morenistas, se parece a un aburrido culebrón jarocho que trata de vender engaño y que la vean siquiera como impresionante mazacuata del trópico. 

La BOA veracruzana, hasta ahora es una estorbosa e inefectiva boa constrictor (por estos lares, conocida como mazacuata), que carece de la agilidad de ataque y del temible veneno de la nauyaca. Y lo más triste de todo lo dijo el exgobernador Fidel Herrera: “En política, lo que se paga con billetes, siempre es barato”.

Así que, mejor preguntemos a los diferentes actores “inconformes”: ¿de qué tamaño será la verdadera oposición veracruzana?

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