El día de ayer los medios de comunicación estatales difundieron una declaración del titular del ORFIS en el sentido de que los recursos pendientes de solventar por el gobierno de Veracruz durante el periodo del 2011 al 2015 ascienden a cerca de 55 mil millones de pesos. Sobre el tema de los desvíos y de las cuentas públicas de esos años, el funcionario indicó que a la fecha han sido 9 denuncias de hechos, las que el área a su cargo ha presentado ante la Fiscalía General del Estado.

Ante esta información, inmediatamente llega el recuerdo de lo expresado en enero del año pasado en el noticiero matutino de Televisa, cuando Juan Manuel Portal, el Auditor Superior de la Federación y máximo responsable de la fiscalización en nuestro país dijo al periodista Carlos Loret que él creía que Javier Duarte debería estar en la cárcel.

Posteriormente, cuando en octubre pasado el gobierno federal hace una denuncia directamente contra Javier Duarte, ya gobernador con licencia, todo mundo pensó que su entrada al reclusorio estaba muy cerca. Sin embargo, han pasado los días y están por cumplirse cuatro meses de ese hecho y la situación de ese personaje parece más una historia de novela, donde la población ya duda de su captura y se hacen chistes y conjeturas de todo tipo.

Anuncios

Porque esa es la realidad, en este momento muchos no creen que Duarte y su equipo cercano serán castigados. Los rumores de componendas van en aumento y lo peor es que la propia Auditoría Superior, en voz de su titular, dice no ver posibilidades de que se solventen las irregularidades señaladas.

En lo que se refiere a los recursos económicos perdidos o sustraídos, tampoco se tiene confianza en que aparezcan. Los ex funcionarios que han logrado detener hasta ahora por diversas acusaciones, representan apenas un porcentaje ínfimo de los dineros que no aparecen.

Al final, el plan veracruzano de desarrollo, los informes de gobierno, las carpetas de las cuentas públicas, los expedientes de obras y acciones malhechas o ficticias, las denuncias judiciales federales y estatales, y hasta las páginas de periódicos y revistas sobre esos temas, parecen simplemente una bonita colección de papeles inútiles. Papeles para aseo personal o para introducirlos en espacios recónditos.

Lo más grave de todo es que, como ya afirman algunos analistas nacionales, ni los más preparados policías, ni los modernos sistemas de investigación con que cuentan las instancias mexicanas de investigación logran dar con el paradero de Duarte.

Y luego nos quejamos del modo como nos tratan los gobernantes de otras naciones, como ahora hace el norteamericano Donald Trump. Las cosas en México están sucediendo como si viviéramos en un país bananero, relajado y sin preparación. Este país es un edén del mundo feliz, donde los altos funcionarios pueden llegar a las dependencias gubernamentales a aprender.

Por lo pronto, aquí no pasa nada.

Publicidad