Conforme pasan los años ha disminuido la calidad de la información relacionada con los tres órdenes de gobierno. Carencia de información real o exceso de información errónea es lo que predomina en las décadas recientes. Durante los últimos tiempos en Veracruz nadie puede negar haber sido parte de una sociedad desinformada.

De esto hay varios ejemplos. Uno de ellos, la gigantesca deuda del gobierno estatal con la banca nacional y con diversas instituciones, organismos, empresas y particulares que reclaman pagos o devoluciones pendientes. Como si hubiésemos estado en medio de una densa nube que no nos dejó ver la claridad, los veracruzanos fuimos sorprendidos el año anterior con un exorbitante monto de deuda pública con diferentes acreedores.

Otro caso, igual de preocupante, fue el descubrimiento de que a pesar de haber tenido publicaciones de todo tipo en torno al sexenio duartista, ese gobierno no entregó obras y resultados tangibles en beneficio de la población. Aquí, por ejemplo, un buen número de medios de comunicación no se interesaron sobre los resultados de la acción pública y los llamados analistas políticos enmascararon la situación real.

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Y las preguntas surgen de este modo: ¿Cómo es que teniendo tanta información en tantos medios que se pagaron, y que tanto costaron, no nos dimos cuenta de lo que sucedía en realidad? ¿O, cómo fue que no hicimos caso de lo que pasaba en Veracruz?

Desinformación total o exceso de información errónea e insustancial, algunas de las respuestas. Y en este problema pecamos todos, unos por exceso y otros por defecto. Los que cometieron esos ilícitos, cumplirán lo que la Ley establezca. Nosotros, la inmensa mayoría de veracruzanos, sufriremos por muchos años el deterioro económico o hasta la terrible recesión.

Pero llegamos a otro periodo gubernamental. Pasamos a otra administración, donde las circunstancias sufridas en el pasado reciente nos mueven a exigir, ahora sí, la información verdadera de lo que acontece en el gobierno de Veracruz. Y también en esta administración, nos percatamos de que desde la cúpula, se instrumentan otros modos demagógicos para informar.

Otro estilo y otro criterio informativo. Informar mucho para no informar nada. Y justamente a eso se prestan las redes sociales, el camino más utilizado ahora para difundir, que no significa comunicar.

Podemos tener esas redes llenas de reuniones, conferencias, anuncios, acusaciones, debates, etc., que al final, tampoco dicen nada sustancioso. Se pierden en la inmediatez que implican las redes y en el exceso de información basura. En un turbulento mar de datos que mayormente sirven para ocultar, para marear, para distraer, para hundir certezas y poner a flote banalidades.

Estamos acabando la cuarta parte del gobierno yunista y a seis meses del informe de gobierno. Y vemos que a pesar del sobrado manejo en redes sociales, nadie podría decir lo que se ha hecho, cuántas obras se han construido, cuánto se debe. Y preocupa más cuando uno se cuestiona lo que contendrá ese Informe. Sabemos de Fidel, Duarte, Andrés Manuel, denuncias todo el tiempo y cuando mejor convenga.

Entonces llegamos a la misma conclusión, a pesar del cambio de estrategia comunicativa. La información fluye utilizando unos cuantos medios de difusión en el estado y especialmente redes sociales como Facebook, Twitter y otras. Con eso basta para justificar la labor gubernamental y continuar el circo imperial.

La realidad es que no se informa mucho porque no hay un programa de gobierno serio, mucho menos acciones que hayan transformado la realidad de Veracruz. El criterio es: “Informo lo que quiero” porque “el Estado soy yo”. Y ese criterio incrementa la ineptitud y credulidad. Solo importa estar cerca de los amigos de la oligarquía. Cambiamos para quedar iguales.

Seguimos bajo el estigma de la desinformación. Navegar y desplegar las redes, enarbolando banderas y señuelos que abandonan a la ciudadanía. No hay más que hacer.

Son tiempos de autoritarismos y de gobernautas.

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