Una vez concluida la jornada electoral de este año, y asumidas las sorpresas políticas de todos los colores, de nuevo aparecen las acusaciones, los reclamos de pagos pendientes, las denuncias periodísticas y los anuncios oficiales u oficiosos que tienen que ver con la increíble y abrumadora deuda adquirida o adjudicada al gobierno del estado de Veracruz.

Las conclusiones de este mes de septiembre (que pudieran cambiar de aquí al 30 de noviembre próximo), que arrojan datos o informes de la Auditoría Superior de la Federación, de la SHCP, del ORFIS o las del propio gobernador esta semana, en torno al Sistema de Administración Tributaria (SAT), acercan la deuda estatal a los 75 mil millones de pesos.

En efecto, la deuda con la banca nacional es superior a los 43 mil millones de pesos, la deuda con el SAT—alertada hace dos días por Yunes Linares—es de alrededor de 30 mil millones y además el pendiente con la UV, que también esta semana se redujo en 500 millones.

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Esto, sin contar los montos que resulten definitivos después de auditorías, ajustes, negociaciones o sentencias judiciales de pago respecto a los cientos o miles de millones que exigen dichos empresarios inconformes.

De concretarse cualquiera de esos escenarios o de la suma de todos ellos, y otros olvidos financieros institucionales que pudieran existir en la estructura de gobierno—dependencias, entidades y etcéteras—entonces se tendría que aceptar, como afirmó hace poco el gobernador electo, que la deuda total se acerca a los 120 mil millones de pesos.

Sobre ese adeudo gubernamental creado en los últimos 14 años, Palabras Claras hizo algunas puntualizaciones en el editorial AL LIMBO DUARTISTA, 75 MIL MILLONES DE PESOS, publicado el 22 de febrero anterior. Entre otras cosas, ese día se dijo lo siguiente:

 “En lo que se refiere a los recursos económicos perdidos o sustraídos, tampoco se tiene confianza en que aparezcan. Los ex funcionarios que han logrado detener hasta ahora por diversas acusaciones, representan apenas un porcentaje ínfimo de los dineros que no aparecen.”

“Al final, el plan veracruzano de desarrollo, los informes de gobierno, las carpetas de las cuentas públicas, los expedientes de obras y acciones malhechas o ficticias, las denuncias judiciales federales y estatales, y hasta las páginas de periódicos y revistas sobre esos temas, parecen simplemente una bonita colección de papeles inútiles…”

“Han transcurrido los meses y es cierto que hubo algunas detenciones, incluida la del propio exgobernador Duarte, a quien le quitaron bienes inmuebles y alguna otra cosa menor. Los mil millones y un poco más recuperados por el gobernador Yunes Linares, resultan una insignificancia, comparado con el grueso de la pérdida, que sigue en el limbo. El misterioso limbo duartista, al que no han podido llegar ni las más férreas promesas, amenazas e intenciones revisionistas del actual mandatario estatal.”

“Esa escuálida recuperación y setenta y cinco mil millones de dudas es lo único que quedará para la historia de Veracruz. Una historia de corrupción, de irregularidades, de impunidad y complicidades que jamás nadie aclarará.”

La sociedad se pregunta en dónde están las obras públicas o el crecimiento estatal reflejado en indicadores socioeconómicos positivos, que justifiquen tal deuda. Las pocas obras de infraestructura construidas en los últimos ocho años no equivalen a los elevados empréstitos contratados y renegociados por tres o cuatro ocasiones.

Los veracruzanos estarán pendientes del contenido del informe final del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares el 15 de noviembre siguiente, exactamente dentro de dos meses.

La acumulación de omisiones, ineficiencias, irresponsabilidades y acciones extrañas, pudieran llevar a la apreciación social de que en esta década se está consumando el robo del siglo en Veracruz.

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