El primer secretario de hacienda de López Obrador, que dimitió por diferencias en la manera de conducir la economía y las finanzas, acaba de decirle a los mexicanos que no es cierto todo lo que el presidente dijo respecto a los avances de su gobierno en el informe de los dos primeros años. El economista Carlos Urzúa Macías ahora es columnista en el periódico El Universal y entre otras cosas, el día de ayer habló del serio endeudamiento que está provocando la administración actual.

El aspecto que más resalta en su colaboración de ayer es el de asegurar que es falso que la 4T no ha endeudado al país. Por el contrario, afirma el exsecretario, que el saldo de la deuda bruta del sector público federal verá un alza cercana a un millón 500 mil millones de pesos (1.5 billones de pesos).

El exsecretario también resaltó la falsedad de que se haya fortalecido el ingreso de las mayorías empobrecidas, ya que de acuerdo con los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL), al tercer trimestre de este año, el 46% de la población no contaba con un ingreso suficiente para adquirir la canasta básica.

Anuncios

Los problemas de manejo financiero del país hacen recordar aquellas preocupantes informaciones que en la gestión presidencial de Luis Echeverría le hiciera el secretario de hacienda Hugo B. Margain sobre los recurrentes empréstitos de la banca internacional en ese tiempo. El incómodo informe motivó que Margain fuera sustituido por José López Portillo y que el expresidente en ese tiempo hiciera famosa aquella frase de que “a partir de hoy la política económica del país se maneja desde Los Pinos”. López Portillo salió de hacienda a la candidatura y después, durante su gestión al frente del ejecutivo, a causa del excesivo gasto público que tenía su gobierno, provocó la mayor debacle económica del país en el siglo pasado.

Desde luego, son otros tiempos y otras autoridades hacendarias, cuyo jefe reitera cada vez que puede aquello de “nosotros somos distintos”. Pero debe recordarse que Carlos Urzúa tiene un prestigio profesional bien ganado y ha sido cercano a AMLO desde hace varios años.  Por eso sus palabras u opiniones dejan un mal sabor de boca en un año en que las dificultades nacionales se suman e incrementan segundo a segundo.

Lo que se observa entre López Obrador y Urzúa son los desencuentros y los trapitos sueltos al exterior que caracterizan a los divorcios malditos: aquellos donde las partes se odian y nunca quedan bien entre ellos y ante los demás. 

Pero mientras eso acontece en dos mentes alejadas para siempre, a los mexicanos queda la sensación de que el país se nos va de las manos y que un golpe en el suelo puede fracturarlo aún más, ocasionando un quiebre que puede ser de proporciones fatales.

Publicidad