José Antonio Flores Vargas

A como se ven las cosas, esta época no dejará de dar noticias sobre actos de corrupción cometidos por funcionarios o ex funcionarios de la administración pública local. La Auditoría Superior de la Federación, la Procuraduría General de la República, el Sistema de Administración Tributaria, y las demás instancias federales que pueden venir a reclamar pendientes al Gobierno de Javier Duarte, llenarán el escenario veracruzano, más allá de la derrota del PRI y del triunfo de Miguel Ángel Yunes Linares.

Veracruz ha sido cubierto por un manto negro, que no tiene que ver con el petróleo extraído del subsuelo, pero sí con el lodazal en que lo convirtieron las hordas duartistas que buscaban riqueza mal habida. El estado parece un queso gruyer a punto de colapsar, debido al exceso de huecos que dejaron ávidos ratones.

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En este tema de la corrupción e impunidad, la población cree que será un verdadero milagro, cumplir el compromiso de castigo a los culpables, ofrecido por Yunes Linares. Lamentablemente, existen arsenales de candados jurídicos y artimañas de todo tipo, que los delincuentes de cuello blanco disponen en estas épocas modernas.

Pero ese no será el único milagro que desea vehementemente la sociedad. Espera varios milagros igual de importantes.

Esta entidad federativa vive una situación de destrucción e incredulidad, que hace recordar las pérdidas de nuestro país durante la lucha revolucionaria, o a aquellas imágenes de destrucción total que hubo en Alemania y Japón al concluir la segunda guerra mundial. Quizá pudieran parecer excesivas las comparaciones en el aspecto físico, pero no lo son, si pensamos en la desmoralización y desesperanza que ocasionó a sus pueblos. Sentimientos de esa naturaleza, se perciben en mucha gente a lo largo del territorio estatal.

Ante estas circunstancias, se piensa en varias cosas. La primera, la necesidad de asumir una conducción de gobierno austera, impulsando una reestructuración a la baja en todas las plantillas de personal, de arriba hacia abajo, disminuyendo cargos de subsecretarios y directores generales. Sólo así se podrán ahorrar recursos para destinarlos a actividades productivas que sean prioritarias. La segunda, seleccionar con lupa a los nuevos colaboradores, ya que la sociedad estará muy pendiente de los personajes de no grata memoria.

En relación a los créditos bancarios que se pongan sobre la mesa, sopesar a conciencia la posibilidad de adquirir ese endeudamiento. Si se llega a dar, dedicarlo a la construcción de infraestructura generadora de empleo y mejoramiento de las condiciones de vida, y no a engordar la burocracia.

Un tema toral será la relación con el gobierno federal, que como sabemos, estará enfocado a la lucha por la sucesión. Se necesita una adecuada gestión ante la Presidencia de la República para conseguir recursos extraordinarios que permitan salir más rápido del atolladero.

Como se ve, son varios los milagros que le urgen a Veracruz. Pero sin duda alguna, el milagro mayor que tendrá que realizar el gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares, será el de reconstruir las condiciones de confianza y gobernabilidad, que muevan a la gente y al propio gobierno a trabajar unidos para levantar y poner a caminar al estado de Veracruz, después de los años de demolición que ha sufrido y que lo tienen casi en bancarrota.

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