José Antonio Flores Vargas

En diciembre de 2010, los veracruzanos criticaban el monto de la desmesurada deuda estatal, cercana a los 18 mil millones de pesos, contraída en su mayor parte durante la gestión de Fidel Herrera Beltrán. Tampoco veían con buenos ojos a Javier Duarte de Ochoa, el gobernador que les había heredado el sexenio de la fidelidad para los seis años siguientes.

La desconfianza contra Duarte se centraba en tres aspectos. Su pertenencia al grupo fidelista; su juventud y escasa trayectoria en la política; y los personajes que conformaban su equipo más cercano, carentes de experiencia y del reconocimiento de la población.

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En estas circunstancias, a principios de 2011 nació el Programa Adelante, el cual conjuntaba acciones de diversas dependencias estatales. Sin embargo, más que como un programa de combate a la pobreza, como lo anunciaron, Adelante se creó como estrategia para que la gente olvidara al gobernador anterior, que había pintado con sus programas fieles todas las bardas del estado.

La primera mala señal de ese nuevo programa contra la pobreza, fue el exagerado gasto en todo aquello que lo rodeaba. Resultó más importante la forma que el fondo. Se diseñó toda una parafernalia alrededor de él, gastando cientos de millones de pesos para echarlo a andar y uniformar al gabinete en pleno.

Y en efecto, las voces de Yuri y de Paquita la del Barrio, fijaron en la población la canción Adelante, junto con miles de letreros, camisetas y pulseritas que se repartieron en todos los municipios. Por desgracia, al segundo año empezaron los problemas. Los recursos para las obras prometidas tardaban en llegar. El programa tuvo que utilizar las obras y acciones federales y municipales para subsistir, ocasionando molestia en las autoridades de esos órdenes de gobierno, quienes empezaron a entender la tomadura de pelo, con su sonsonete adelante. Algunos alcaldes dicen que a sus municipios sólo llevaron láminas de zinc, bolsas con zapatos corrientes, útiles escolares y camisetas.

Durante sus primeros años, más que programa de lucha contra la pobreza, Adelante sólo era una simple canción. Y todo mundo sabe que una canción no puede acabar con la pobreza.

Mientras el programa decaía por falta de presupuestos, empezaron a cundir los escándalos de corrupción y las autorizaciones del congreso para contratar más deuda, que al paso de los años jamás se reflejó en obras que sirvieran para justificar los empréstitos. En cambio, los veracruzanos se enteraron de las maletas de Toluca, las residencias con recubrimientos de piedra comprada en África, las bodas y cumpleaños con la Sonora de Margarita, los millonarios recursos robados por operadores electorales, los edificios construidos en avenida Orizaba, Las Cumbres y otros sitios de Xalapa, los hoteles y las inversiones en el extranjero, los Panamá Papers, las camionetas de lujo y las residencias en Las Ánimas, y un sinfín de ejemplos más.

En el cuarto año de gobierno, sacaron del aire al programa de combate a la pobreza, al no haber recursos para sostenerlo. Sin embargo, para el sexto año, la deuda llegó a una cifra inimaginable, superior a los 45 mil millones de pesos, y se dieron a conocer las denuncias de la Auditoría Superior de la Federación, por no poder comprobar el uso correcto de miles de millones de pesos de recursos federales, enviados al estado durante este sexenio. Por su parte, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL), informó que Veracruz fue uno de los estados donde más aumentó la pobreza extrema. Esto dio a pensar que el combate a la pobreza, sólo fue en beneficio del gobernador y sus allegados.

El sinnúmero de irregularidades y denuncias de corrupción de este gobierno, ha ofendido a la sociedad, quien no encuentra por ningún lado las pocas obras y acciones que se presumen, ni el beneficio social de los programas de gobierno. De la canción Adelante, ni quien la recuerde. Lo que todos notan, es que la gente ha convertido en himno, una canción de Paquita la del Barrio. La entonan en todas las esquinas, cuando asoma la cabeza algún roedor pasado de pesos.

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