La presentación de Javier Duarte ante las autoridades judiciales mexicanas el pasado lunes, hizo mayor la preocupación que ha estado consumiendo a muchos de los que fueron sus colaboradores cercanos cuando fue gobernador de Veracruz.

A diferencia de la actitud teatral, despreocupada y burlona que mostró en el tribunal de Guatemala, antes de su extradición a nuestro país, ahora se comportó de una manera fría, concentrada y atenta a los procedimientos legales que enfrenta.

Jair García, uno de los periodistas veracruzanos más enterados e incisivos, que estuvo presente en el juzgado del Reclusorio Varonil Norte de la Ciudad de México, compartió su opinión en el sentido de que el exmandatario estaba tranquilo y seguro de su proceso, mostrando además amplio conocimiento de los detalles y de las disposiciones legales.

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A decir de ese acreditado reportero, el aplomo demostrado por Duarte, hizo pensar que durante su estancia en el país guatemalteco, estudió, desmenuzó y descubrió lo que en su beneficio y el de su causa, establecen las leyes, códigos y reglamentos que tienen que ver con el manejo de los recursos públicos veracruzanos.

A esa percepción periodística, debe sumarse lo dicho por los abogados defensores del exgobernante, en el sentido de que no están bien integrados los expedientes acusatorios, por lo que presumen su pronta liberación de esos cargos.

Entonces, cabe una pregunta. Será que por ese conocimiento legal, que parece dominar Javier Duarte, éste sabe que no hay forma de que lo encarcelen por largo tiempo, y que por lo mismo, no se cansa de repetir que él es inocente.

Acaso, tendremos que recordar -de nueva cuenta- su enigmático tuit de hace exactamente un año, en el que publicó una respuesta en relación a las denuncias en su contra. Ese día de julio de 2016, Javier Duarte escribió en su cuenta de twitter: “Celebro que PGR participe en la investigación derivada de la ridícula denuncia que presentó en mi contra M. Yunes. La verdad nos hará libres”.

Si las cosas están así, se entiende, entonces, la enorme inquietud y desesperación que muestran varios de los que fueron funcionarios en ese terrible sexenio. Y para complicarles a estos la situación, además de ello, varios columnistas nacionales han comentado la tremenda deficiencia detectada por expertos en la integración de las denuncias de la PGR y de la propia Fiscalía veracruzana.

Todos ellos saben que si Duarte llega a escabullirse de la justicia, los que no podrán hacerlo son todos esos excolaboradores que ahora no duermen por sus malos manejos. Porque resulta claro que alguien tiene que pagar los platos rotos, o mejor dicho, algunos tienen que pagar por las millonarias pérdidas económicas que sufrió el erario.

Desde el 29 de julio del año anterior, Palabras Claras señaló en su editorial CABEZAS DE TURCO Y CHIVOS EXPIATORIOS, cómo se veía a lo lejos, el asunto de las responsabilidades en el manejo de los recursos públicos. Esa ocasión se comentó, entre otras cosas, lo siguiente:

“… existen elementos suficientes para asegurar que un gran número de funcionarios, que tienen que ver con el manejo de los recursos públicos, han incumplido con lo que dispone la Constitución Política, el Código Financiero y la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos del Estado de Veracruz, así como la Ley General de Contabilidad Gubernamental”.

“Los montos mencionados, hacen pensar que se han infringido diversos artículos del Código Financiero, en lo referente a la contabilidad gubernamental y la cuenta pública; al control y evaluación del gasto público, y a las responsabilidades relacionadas con el ejercicio del gasto público”.

“Y todo indica que olímpicamente se ignoró el contenido del Artículo 6, el cual señala que “las finanzas públicas del Estado, estarán apegadas a criterios de racionalidad y de estricta disciplina fiscal, de manera que para cada año, el nivel de gasto que se establezca, sea igual o inferior a los ingresos previstos para el mismo ejercicio fiscal”.

“Mandos medios y superiores de SEFIPLAN, Contraloría General del Estado, ORFIS, SEV, SIOP, SEDESOL, SEDARPA, Secretaría de Salud, CAEV, y otros más, sufren ya las consecuencias de la negligencia e irresponsabilidad de los tiempos de jauja”.

Considerando lo anterior, y ante la probabilidad de que Javier Duarte logre escaparse de los afanes carcelarios de sus perseguidores y de las disposiciones legales, es posible que haga valer su dicho de que “la verdad lo hará libre”.

Pero si lo consigue, esto llevará necesariamente a lo siguiente: Que las autoridades superiores tengan que enjuiciar y encarcelar al mayor número de sus excolaboradores, para llevarlos a la arena pública y aplacar la sed de sangre de una población lastimada y burlada. En otras palabras: la verdad (jurídica) los hará presos o perseguidos.

Eso explica que a estas alturas del escandaloso caso, varios de esos precavidos personajes se hayan blindado de todas las maneras posibles: mediante fuero, mediante delaciones o mediante vómito negro. Y que los más ágiles y temerosos del rigor de las leyes, como Ferrari, Aguirre, Nemi y otros que ahora vuelan, hayan preferido radicarse en países amigables como Canadá y Rusia, donde continuarán gastando lo mal habido y siguiendo las noticias con toda tranquilidad.

Así las cosas.

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