7.03.2016

En las épocas de elecciones, las promesas de purificación, los juramentos de honestidad son las herramientas que más crecen en los candidatos a ocupar un puesto público, con el afán de construir una imagen de popularidad que les permita acercarse a los votantes e influir en ellos.

A menos de tres meses de celebrar comicios para elegir gobernador del estado y la renovación de Congreso local, los aspirantes deberán replantearse la relación que guardan con la ciudadanía. El proceso de proselitismo que se vivirá será delicado, luego de todos los graves y sorprendentes escándalos que hay en Veracruz.

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En el caso de los candidatos a gobernador las cosas circundarán en cómo se va a combatir la corrupción y en cómo extinguir a los corruptos, poco más. Sin embargo, a partir de la selección y elección de los candidatos a diputados locales, los comités directivos de los partidos políticos tendrán que hacer una cirugía a conciencia para elegir correctamente a los ciudadanos que contendrán por un escaño legislativo. Ellos reforzarán al candidato a gobernador o terminarán de destruirlo.

Los nombres de los postulantes a diputados no está definida del todo. El PRI, el PAN y MORENA seleccionan a sus candidatos junto a los partidos cómplices que engañan al electorado. No hay nada nuevo ni en la forma ni en la sustancia.

En todo este espectáculo político comenzará a vislumbrarse cual de los candidatos a gobernador, del PRI, del PAN y de MORENA, estará edificando puentes de congruencia entre su discurso y lo que proyectará para su futuro. Contar con un poder legislativo fuerte permitirá tener las herramientas jurídicas para fiscalizar y enjuiciar a los que han quebrado al estado, entre otras cosas.

La semana pasada funcionarios duartistas se separaron de sus puestos para estar en posibilidades de contender como candidatos a diputados locales por el PRI o por alguno de sus partidos pantallas. El PAN registró como precandidatos a poco más de 70 aspirantes a una curul con personajes de poco cariz político y social. Así todo parece que son pocos los que quieren cambiar las cosas.

En cualquiera circunstancia, los partidos políticos tendrían que hacer público el perfil curricular de cada unos de los militantes que buscan ser candidatos a diputados, antes de ser elegidos y cuando queden enfilados formalmente, porque en la lista de esos protagonistas hay muchos que no pasarían el más mínimo control de confianza.

A partir de ahí se podrá analizar cómo quieren blindarse los candidatos a gobernador, con sus elegidos a diputados locales, y si hubo un mínimo proceso interno de investigación en la selección de cada uno.

En la dudosa reputación de muchos de los candidatos no existe ninguna vacilación, existen denuncias ante la ASF, procesos judiciales en su contra, enriquecimiento “explicable” y otros desenfrenos, aunque quieran enmascarar que sumarán muchos votos a su candidato. ¿Hasta dónde llegará la oreja de los candidatos si no escuchan las voces de la gente? (AF)

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