4.03.2016

Marcado por un pasado de derrota y triunfalismos ajenos, Héctor Yunes Landa está próximo a ser formalmente el candidato del PRI a la gubernatura del estado. La visita que hizo a la entidad veracruzana el líder nacional del revolucionario institucional, Manlio Fabio Beltrones, lejos de que se diga que vino para reunirse con los delegados de su partido, fue porque las cosas no pintan del todo bien en la campaña de Yunes Landa.

La preocupación, no la ocupación, en el equipo de trabajo de Héctor Yunes es menor. Reina la petulancia. El cuasi candidato tricolor deambula entre el discurso de su adversario, el primo hermano Miguel Ángel Yunes, y todo aquello que va improvisando en su andar por Veracruz. Hasta el momento no se ve un plan estratégico que muestre cómo podrá lograr la simpatía y los votos para alcanzar su máximo sueño personal: ser gobernador. Tampoco se espera nada sobresaliente, su oficio de bombero es bien conocido.

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Durante toda su “pre” campaña, Héctor Yunes ha intentado alejarse de la actual administración pública con frases insurreccionales que buscan una credibilidad que está en tela de juicio. Acostumbrado a manejar encuestas para hacer creer que lleva la delantera y que es la mejor opción para gobernar Veracruz, las dudas aumentan respecto a su supuesta “ventaja”. Sabe que los números no mienten, pero los mentirosos los utilizan para mentir. No hay una sola propuesta firme que marque prioridades en las cuestiones sociales o económicas, por sólo mencionar dos tópicos.

Yunes Landa no ha generado una maniobra en donde se vea que matice el impacto negativo hacia su campaña, relacionado a lo que se ha descubierto en la administración pública de Veracruz, en los pocos días transcurridos. Por el contrario, sigue echando pólvora al fuego. Vamos ni siquiera teatralmente ha podido ofrecer algo contundente a favor de los veracruzanos, a sabiendas de que para su hipotética aplicación lo primero que tiene que ocurrir es que llegue al poder.

Héctor Yunes intenta así alcanzar el voto de los veracruzanos pero la “estrategia” va desfalleciendo. Los equilibrios de Héctor tropiezan con la realidad de que es prisionero por la composición de las marcas aliadas. El instituto político que lo abanderará no domina esa parte de la “nueva política”, al menos la que criticaban anteriormente. Yunes Landa no parece dar mucha importancia a la incierta campaña electoral, de la que Miguel Ángel Yunes se va beneficiando al agudizar las contradicciones de su adversario político.

Aun así, Yunes Landa debería tener mucho cuidado con vender la piel del tigre antes de haberlo cazado. La estrategia de Héctor no tiene la sensibilidad para aprovechar las oportunidades, mientras siga rodeado de ineficaces y oportunistas. (AF)

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