Hay coincidencias que pueden ser ominosas. El 6 de julio de 1988 hubo tres datos que pasaron a la historia nacional: el número 6, el apellido Bartlett y la frase “la caída del sistema”. Y hay señales que también pueden indicar malos augurios. Una de ellas, el hecho de que Manuel Bartlett sea en este momento colaborador cercano del presidente López Obrador.

Pero hay otra señal que también es inquietante, si se recuerda a un hermano del ejecutivo federal que fue exhibido y perdonado por la 4T por recibir fajos de billetes supuestamente “para la campaña presidencial”. Junto a una fotografía publicada en Twitter el 27 de octubre de 2014, donde se le ve junto a Andrés Manuel en actitud fraternal, Pío López Obrador repite la siguiente frase creada por el ahora jefe de la nación: “Se equivocan, nosotros no somos iguales. No somos corruptos”.

Y transcurridos casi 33 años, después de 12 mil días de aquella fecha en que la izquierda mexicana acusó al gobierno priista de haberle robado la elección presidencial a Cuauhtémoc Cárdenas, vuelve a la historia nacional un día 6, pero esta vez de junio. 

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Una fecha que se acerca, en la que se llevarán a cabo las elecciones más reñidas de México. Y vuelve, también, Bartlett a hacer ruido, aunque esta vez no como secretario de gobernación, sino como director de la CFE y orgulloso destructor de la política energética mexicana.

Pero en estas elecciones del 6 de junio, ante los desaciertos y fallas del gobierno federal y de su dirigencia, el partido MORENA no está tan fuerte y podría poner en riesgo mucho de lo que presumen López Obrador y sus seguidores.

Ya circula un manual morenista para la operación del próximo domingo de votaciones, dado a conocer por la prensa de la Ciudad de México, donde se muestran algunas trapacerías para enturbiar los resultados electorales. Por esa razón no es descabellado imaginar que la estructura gubernamental de López Obrador y su partido estén diseñando un esquema como aquel usado exitosamente por Bartlett durante la noche del 6 de julio de 1988.

Esa noche fue el panista Diego Fernández de Ceballos quien difundió el problema generado porque “se cayó el sistema”. Después de decirle a Bartlett que había recibido informes de que se había caído el sistema de cómputo y que por eso no había resultados de la elección, agregó: “Pero no se preocupe, señor secretario, parece que se trata del verbo callar, no del verbo caer”.

Cuauhtémoc había ganado la elección en estados completos, como fueron los casos de Baja California Norte, Distrito Federal, México, Michoacán y Morelos. Las altas votaciones en su favor y el hecho de que las informaciones oficiales y del PRI se dieran hasta la media noche junto a los rumores de la caída del sistema, generaron graves especulaciones y acusaciones de alcance internacional que apuntaban a un fraude electoral. Al final de la jornada fue Carlos Salinas quien llegó al palacio nacional y con él, el eterno señalamiento de fraude electoral.

De ese tipo es la inquietud ciudadana en estas elecciones en las que la famosa honestidad valiente que tanto defienden los López Obrador y sus adeptos, quedó en simple frase motivacional que no encontró eco ni en los dirigentes del morenismo, ni en los gobernantes emanados de ese partido, ni en la propia parentela del jefe de la república. 

Todo mundo está consciente de que al tabasqueño no le gusta perder. Nunca ha reconocido derrotas. Mala conjunción de seises, de Bartlett y del fuerte olor a caída del sistema, se percibe en estas horas de reflexión, preparativos, casillas, urnas y votos. 

Una prueba superior la de este 6 de junio, para saber si en verdad los obradoristas no son iguales a los demás políticos, y si es cierto que tenemos un presidente demócrata.

¿O será la imbecilidad y la dualidad nacional las que consideren, grave y recelosamente, el porvenir de nuestra patria?

Ni la anarquía ni las comunidades anárquicas pueden tener larga vida. La falta absoluta de ley no puede subsistir, pero puede destruir la vida. Las naciones vuelven siempre a la razón y solidaridad, pero las que primero vuelven son las que han logrado sobrevivir.

Las instituciones no pueden disgregarse.

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