16.02.2016

Parece que nunca como ahora, a los veracruzanos les corresponde vivir una agitada vida política. Se atribuye a los políticos una espuma llena de ocurrencias, declaraciones sin sentido, promesas dormilonas, y no será porque falten alicientes de locura, confusión, sino que no saben soportar la incomprensión, el desprecio, la burla.

Los hechos y las declaraciones políticas intentan demostrar que los políticos se flagelan públicamente. Venden en sus discursos que mañana saldrá el sol y habrá trabajo, que remontarán las economías, pero no quieren darse cuenta que en la medida que riegan entusiasmo, son tomados por idiotas.

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La forma y conducción de quienes ambicionan gobernar Veracruz continúan siendo bajo el mismo argumento, las mismas historias, las mismas cuentas, los mismos cuentos. Los políticos saben que la política es un circo, en cuya pista actúan payasos, trapecistas y leones. Tienen el control de la carpa, las gradas, los cables y, todo el elenco. Llevan la política a sus últimas consecuencias. Y claro que lo saben porque el poder no es nada si no se exhibe.

Hay que tejer un discurso saludable, evitar la desesperación que produce esta crisis, a la que pocos le ven salida, pero va liberando en la atmósfera una electricidad estática. Con un chispazo podría desencadenar una tempestad. Nadie merece encontrar al final del túnel una salida triste. Confusión es la palabra clave en el Veracruz de hoy.

Es necesario saber parar a tiempo. No cabe la bazofia discursiva que vemos todos los días. Sería mejor recurrir a la dialéctica más sutil que la crispación que nos ofrecen a cara de perro sin un mínimo sentido de Estado. No es necesario enumerar los “logros” de un gobierno. Un buen gobierno no es el que se ve, es el que aprecia la sociedad.

En Veracruz se estima que los monos andan sueltos y que en la selva se aplicará la ley del más fuerte. Los veracruzanos saben que cada simio pertenece a una clase distinta y presenta su disfraz característico. Llegará el momento en que cada veracruzano sepa domar a cada uno con su voto.

Entretanto los políticos han de reconocer que en este circo político “una cosa es lo que se cuenta y otra diferente, lo que cuenta” (AF).

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