La inesperada detención del general Salvador Cienfuegos Zepeda en el aeropuerto de Los Ángeles el jueves por la noche sorprendió a México entero. Después de la visita de López Obrador a Donald Trump en Washington, todo mundo, incluido AMLO, consideró que su administración vivía sana y fructífera convivencia con Estados Unidos. Sobre todo, si se toman en cuenta como antecedente las exageradas concesiones de este gobierno a ese país en materia migratoria y en los ajustes de última hora que los estadounidenses hicieron al tratado de libre comercio (T-MEC) recién firmado.

El trato obtenido por el mandatario mexicano en esa visita a la Casa Blanca alentó la idea de que se avanzaría más rápido en el ambicioso proceso de transformación iniciado por él en diciembre de 2018. Pero algo se descompuso en el camino en estos meses. La noche del jueves pasado, Marcelo Ebrard tuvo que reconocer vía Twitter que el embajador norteamericano le avisó escuetamente la detención del alto mando militar por la DEA, acusado de graves delitos relacionados con el narcotráfico.

A partir de ese tuit, y de inmediato, el régimen obradorista trató de hacer un control de daños, que por más que se insista, no reduce en nada el hecho de que con tal acción contra el exsecretario peñista de la defensa nacional, a espaldas de su socio mexicano, Estados Unidos colocó a su vecino del sur al nivel de cualquier país bananero del planeta.

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¿Por qué se afirma esto? Porque un presidente surgido de un partido de izquierda, olvidando sus promesas y marchando obsecuente al ritmo que le toca su vecino del norte, y el que después de ir a postrarse ante su poderío, cambiando el discurso migratorio internacional, fue ignorado campechanamente. Ni siquiera logró conseguir la mínima comunicación bilateral que hiciera parecer que la acción contra el general obedeció a la lucha conjunta con el narcotráfico y contra la corrupción. Todo indica que al mejor beisbolista le robaron la base o de plano, ¿en la cúpula estadounidense desconfiaron del promotor de la cuarta transformación.?

Hasta pudiera pensarse que el hecho de que la noticia en México saliera de Ebrard, descolocó a muchos e incluso al propio ejecutivo federal. Recuérdese que el régimen le puso enfrente a Muñoz Ledo en el tema de la dirigencia nacional que pelea un colaborador marcelista como Mario Delgado, al mismo tiempo que envía a la señora esposa del jefe de la república, a realizar en cuatro países y en El Vaticano, gestiones diplomáticas que en esencia le corresponderían al secretario de relaciones exteriores.

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Con la DEA como punta de lanza, Estados Unidos y Trump sitúan a México en el lugar que ellos consideran tiene. Más claro ni el agua. Han inundado los medios de comunicación con noticias y revelaciones de las terribles actividades conspirativas del general con gente del narcotráfico. Y lo que acá se descubrió pronto es la relación cercana del actual secretario de la defensa con su predecesor, en tiempos bien cercanos (tan solo dos años atrás).

Muchos generales de este país han pisado la cárcel en los últimos cien años, desde la refundación en 1920 del Colegio Militar. Pero tres de ellos alcanzaron notoriedad: Cándido Aguilar en la década de los cincuenta, cuyo apresamiento y entrevista en prisión, fue la primera exclusiva que, por cierto, consiguió el periodista Froylán Flores Cancela, recientemente fallecido.

El segundo general de altos vuelos, detenido y fallecido mientras cumplía una condena de 40 años de cárcel, fue Jesús Gutiérrez Rebollo, zar antidrogas con el presidente Zedillo. Y ahora el general Cienfuegos, cuyo desenlace nadie puede adelantar, aunque parece bastante oscuro. 

Detención esta, que hunde al partido tricolor en el lodo más hediondo. Detención que embarra quién sabe hasta dónde al expresidente Peña Nieto, contra quien los anunciados embates anticorrupción parecen acciones circenses. Detención también, que hace pensar no en una próxima transformación de la república, sino más bien, en la más profunda descomposición del sistema político mexicano y de sus principales actores en todos los colores del espectro. 

Un entramado de traiciones a la patria, a las fuerzas armadas, a la población mexicana o es que ¿han sido acciones de narco filantropía para acceder a los niveles más altos del poder en México?

¿Usted qué opina?

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