José Antonio Flores Vargas

El día en que el senador José Francisco Yunes Zorrilla decidió dejar el camino libre para que otro político fuera el candidato a la gubernatura, no imaginó lo que su decisión ocasionaría al Partido Revolucionario Institucional en Veracruz.

Un mal gobernante y un candidato con una pésima campaña, dieron como resultado la debacle que todos conocemos y que llevó al triunfo al ahora gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares.

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Pero Pepe Yunes tampoco imaginó que a él mismo, se le iba a dificultar ir por la gubernatura siguiente en 2018, y que la tendría que disputar a uno de los hijos de Yunes Linares.

Y esta coyuntura, es la que probablemente ha vuelto loco a Américo Zúñiga, el alcalde de Xalapa. Sus actitudes y estrategias, parecen enfocadas a convertirlo en un fuerte prospecto a la gubernatura de Veracruz, auspiciado por la poderosa familia de Perote.

Por qué se afirma esto. Todo mundo sabe que Pepe y Américo son amigos desde niños, y que conforman un poderoso binomio, cobijado por la amistad entre sus padres. Y conocemos también, la idea fomentada por la familia del alcalde, de que el apellido Zúñiga debería gobernar al estado, en agradecimiento a los aportes del profesor y licenciado Guillermo Zúñiga Martínez, EPD, y en reconocimiento a sus ilustres timbres.

Porque en verdad, pareciera que los veracruzanos tenemos una fuerte deuda con el apellido Zúñiga. Ejemplos hay varios: uno, la creación y mantenimiento forzado de la UPAV, más allá del fallecimiento de su fundador. Otros más, la secretaría del Trabajo, la diputación local y actualmente, la presidencia municipal para el hijo.

Pero lo que más mueve a Américo, es la posibilidad de que Pepe, por segunda ocasión no desee contender, sabiendo que puede perder la elección. Y ese hecho, sería lo mejor que le podría pasar a Américo.

En ese caso, y dados los antecedentes mencionados, Américo cree que él podría convertirse en el plan A del más alto priista en Veracruz, quien además está en los cuernos de la luna. En efecto, para ese tiempo, Pepe Yunes aún estará muy cerca de varios de los que conforman el primer equipo del presidente de la república.

La fórmula es muy sencilla: si Pepe, continúa en la cima y no quiere la gubernatura, tendrá la fuerza suficiente para encauzar a Américo en esa dirección.

Esta reflexión explica varias cosas que suceden en torno al alcalde xalapeño.

La primera, la insistencia en mantener a la UPAV, con todo y sus opacidades, irregularidades e insuficiencias académicas. Miles de estudiantes inscritos en todo el estado, a quienes les urgen documentos universitarios, y que pueden convertirse en multiplicadores electorales, llegado el momento, justifican esa terquedad zuñiguista.

Segunda, Su proclividad al circo fácil, creando y manteniendo festivales de poco peso y muchos pesos, así como entregas periódicas de apoyos y acciones para las zonas más populares.

Tercera, el mantenimiento de un alto presupuesto para imagen política, denunciado varias veces y que dicen es muy superior a los 4 millones de pesos mensuales, que ya filtraron.

Cuarta, el recurrente cuestionamiento a las obras públicas de relumbrón y a las rapacerías en el organismo responsable del agua y saneamiento, a cargo de Carlos Morales, de donde dicen que sale el financiamiento para actividades de proselitismo. Allí está la verdadera caja chica de los dulces momentos y la proveedora de caudales para la caja grande que se prepara para la campaña.

Quinta, la búsqueda y financiamiento de la dirigencia de una de las cuatro asociaciones de alcaldes que existen en el país, que le permite hacer campaña y difundirse en los círculos nacionales, que de nada sirve a la población.

Si Américo se convierte en el Plan A de Pepe, podría concretarse la ansiada aspiración familiar de pasar a la historia.

Veríamos el sueño cumplido de que Xalapa cuente con dos estatuas enlazadas. La del padre y la del hijo, juntos en una plazoleta y en el eterno recuerdo xalapeño, ante la transparente brisa nocturna y los brillantes albores del amanecer.

Hace algunas semanas en Palabras Claras lo señalamos: “los xalapeños duermen inoculados por la peste del centro histórico, mientras un jinete avanza sin contratiempo, envuelto en la penumbra. Es Américo, que cabalga en caballo de hacienda”. Y lo hace rumbo al palacio de gobierno de Veracruz.

Todo es posible con un PRI escuálido.

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