Veracruz es uno de los estados preferidos por el presidente Andrés Manuel López Obrador desde muchos años antes de que alcanzara su sueño de gobernar a los mexicanos. La ciudad de Xalapa tuvo la oportunidad de recibirlo iniciando diciembre, a pocas horas de haberse colocado la banda presidencial en el pecho.

En esta entidad federativa el tabasqueño tiene parte de sus orígenes por la vía paterna. Y aquí mismo, la población le brindó el respaldo absoluto en la elección que lo llevó a la silla del águila que dibujara con acierto el escritor Carlos Fuentes. 

En esta región del golfo de México fue donde Andrés Manuel hizo grandes compromisos a la media nación pobre del sureste, minimizada tradicionalmente por las fuerzas políticas y económicas del país y donde vastos recursos naturales han sustentado los mejores tiempos de la patria.

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Los veracruzanos esperan el inicio de los cambios anunciados con la Cuarta Transformación de la República. 

El programa que seguirá López Obrador esta semana, inicia con el manoseado asunto del tiradero de basura Las matas en la zona Minatitlán-Coatzacoalcos. En este tema, alguien debiera decirle al ejecutivo federal que no es lo mismo quitar un aeropuerto esgrimiendo motivos ambientales, que poner a toda costa y costo, un relleno sanitario en áreas conflictuadas por años, donde el fantasma de la contaminación, los lixiviados y el mal olor asusta y complica a pueblo y autoridades. 

Qué tal que ni con la presencia del primer mandatario se destraba ese caso que ya embarró a más de un cuitlahuista. Es buena idea enfrentarse con los estudiantes, apelando a la transparencia, pero como ejemplo de las dificultades de la masa manipulada, allí están el eterno problema del agua que surte a Coatzacoalcos y el angustioso tema de la CNTE en Michoacán, donde el gabinete en pleno parece que trae el síndrome de Estocolmo.

En relación a los programas sociales en beneficio de los más pobres del campo, como es la reforestación masiva, esta medida se espera que resulte positiva por la reactivación económica en esas regiones con vocación agropecuaria y silvícola.

De los inicios del gran programa de subsidio social contra la pobreza, se espera la culminación de los censos oficiales que encargó a Manuel Huerta, desde que consiguió el triunfo en las urnas. Hay morbo por saber cómo será el desquite por el añejo pleito de la campaña en Córdoba. A lo mejor Andrés Manuel lleva el corazón en la mano amiga y se jala a quienes se opusieron durante aquellas giras proselitistas.

Pero lo que los veracruzanos anhelan es que AMLO llegue con suficientes pilas en los bolsillos y las coloque a los numerosos muñecos de aparador que no se deciden a empezar a trabajar por el estado y creen que solo son elementos de ornato.

Y lo principal de este retorno anunciado, es que el presidente regrese a los veracruzanos la confianza de que existen buenos gobernadores que puedan hacer algo distinto a lo que hicieron Duarte y Yunes Linares.

Y podría ser necesaria una aleccionadora y convincente plática con el gobernador Cuitláhuac García Jiménez. El estado lleva años detenido, y no merece continuar así. La gente no lo perdonaría.

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