José Antonio Flores Vargas

Los tiempos que corren no son los mejores para el Partido Revolucionario Institucional. Ni siquiera con un dirigente del calibre de Manlio Fabio Beltrones, pudo restablecer la hegemonía que tuvo en otras épocas. La derrota masiva de junio pasado, lo ubicó en la real dimensión que ocupa en la vida nacional de este siglo.

Las denuncias de corrupción de gobernantes salidos de ese instituto político, se han incrementado en las últimas décadas, incluso con repercusión internacional. José López Portillo, Roberto Madrazo y Humberto Moreira, son casos que dieron la vuelta al mundo.

Anuncios

En estos años, la palestra del descrédito la ocupan tres gobernadores finos para el billete malhabido: Roberto Borge, de Quintana Roo; Cesar Duarte, de Chihuahua, y Javier Duarte, de Veracruz, en estricto orden alfabético. Los tres, ejercen todavía, relajado desorden financiero y moral, dando muestra de gran cinismo y ambición desmedida.

A pesar de esos antecedentes, el presidente Enrique Peña Nieto parece empecinado en enterrar al otrora partido de las mayorías. Puso como dirigente a Enrique Ochoa Reza, la persona que vio con más luces y menos presencia. Lo que ha mostrado hasta hoy, no augura nada sobresaliente al priismo nacional.

Pero si se trata de temas priistas, los veracruzanos no cantan mal las rancheras. La peor derrota de su historia en el estado, dejó pasmado al priismo local, quien este año mantiene el gusto por cantar en tono de fa, conjugándolo con terminación vocal: fa, fe, fi, fo, fu. Quizá por eso, en el PRI estatal no saben ni fu, ni fa.

En enero, el candidato Héctor Yunes saboteó su propia campaña y se autoimpuso como dirigente priista al grisáceo Felipe Amadeo Flores Espinoza, FAFE, con los resultados que todos sabemos. Ahora, para seguir con el valemadrismo partidario, y quizá también para “autosabotearse”, se dice que Pepe Yunes es el que lanza como prospecto al partido a uno de sus adherentes, el diputado Adolfo Ramírez, el FOFO.

El FOFO es un muchacho alegre, ventaneado con fotografía en la Policía Judicial, por armar escándalo saliendo de un antro. Gracias a la pintada de bardas y a que supo gritar “¡ajúa!” con Javier Duarte, consiguió ser alcalde de Paso de Ovejas, desde donde ligó su diputación y pudo dejar como herencia a su esposa Ana Valdés.

Con esa influencia, consiguió jugosa aviaduría vitalicia a su padre, convirtiéndolo en experto en temas propios de la SEDESOL y de la SEV.

Siendo diputado, y su esposa alcaldesa, con el respaldo duartista, la hizo candidata a diputada. Unas semanas antes de pedir licencia e iniciar campaña, ella logró un jugoso préstamo de 12 millones de pesos para “obras prioritarias”, que ojalá estén visibles.

Hace dos años, Adolfito quiso la Liga de Comunidades, aunque no le alcanzó la fuerza. En estos días se siente con la calidad y tamaños para el PRI veracruzano. La camada juvenil del Palacio, está segura de que llegará a la presidencia del partido, argumentando lo siguiente: Si pudo llegar FAFE, porque no el FOFO.

Publicidad