En el escenario estatal de los años siguientes tendremos que acostumbrarnos al descubrimiento y al enfrentamiento de problemas de los que hasta ahora no hemos reflexionado en su adecuada dimensión, aunque su génesis provenga de varias décadas atrás, en las que el grueso de la población cerró los ojos, privilegió la modernidad y el progreso, en lugar de haber contribuido al cuidado verdadero y a la auténtica preservación de los recursos naturales de Veracruz.
Ahí está el petróleo y su historia local y otros casos similares con toda su evidencia documental que nos indica que en todo este periodo, la sociedad sólo triunfó en el tema de las hidroeléctricas que se pretendían construir en los ríos de La Antigua o de Los Pescados y en el de Filobobos, y lamentablemente y en ningún aspecto pudo hacerlo respecto a la planta de Laguna Verde y en otros casos planteados.
Los proyectos regionales y las grandes obras estratégicas vencieron y destruyeron a los ecosistemas que dieron lugar a luchas sociales que tuvieron que someterse al gobierno en turno y “a la Ley y al desarrollo socioeconómico del país”.
La riqueza natural de la nación y todos sus ecosistemas han sucumbido al poder del Estado, y las leyes ambientales logradas a pesar de ese poder, han sido pisoteadas muchas veces con todos los pretextos en aras de la política, del apoyo del “pueblo sabio” y de esa “modernidad” sin reglas que exigen los tiempos actuales.
Este año resurgieron dos temas ya viejos en Veracruz: el del tercer reactor nuclear de Laguna Verde y la evolución industrial porcina de las Granjas Carrol de Totalco en Perote y de varias otras ubicaciones en el país, que como en su inicio, continúan creando contaminación de mantos freáticos sin control, incertidumbre sanitaria y diversas inconformidades sociales.
Por ello quizá la lucha social se haga más grande para hacer frente a esas amenazas a los recursos naturales y a la protección civil en este siglo XXI. Hemos visto a asociaciones sociales como LAVIDA, al Ecologista Universal, al Movimiento de Resistencia Chucho El Roto y a varias ONGs o fundaciones con presencia de investigadores y científicos en esos asuntos, que se han manifestado con frecuencia para presionar y movilizarse respecto a esos casos donde tristemente se perciben derrotas para el ser humano común y bien intencionado.
Pero hay otros proyectos o casos parecidos, que no han sido evaluados con rigor, como es el famoso programa obradorista Sembrando Vida (y generando deforestación) en pequeñas parcelas de todo el territorio nacional, donde para acceder al subsidio el interesado o interesada debió o debe destruir en el área que posee, la masa forestal previa, porque esos árboles “sólo estorban” y no dejan nada a los propietarios o ejidatarios que prefieren o necesitan tal apoyo económico del gobierno federal.
En los años venideros los peligros y calamidades del cambio climático y el difícil acceso al agua limpia llenarán las agendas del gobierno y la sociedad, y esto influirá en la vida familiar, en la salud, en la educación, en la política, en la democracia y en la integración del gobierno.
Las leyes ambientales y de protección civil necesitan tener mayor respaldo ciudadano y de los regímenes de gobierno, y deberían respetarse cabalmente y como acto de justicia social en las altas esferas de la decisión gubernamental.