12.04.2016

Entre encuentros y desencuentros, los siete candidatos a gobernador caminan a su estilo buscando el voto y la simpatía entre los veracruzanos para lograr el triunfo el próximo 5 junio. La silla de Palacio de Gobierno el primer objetivo; el proyecto político para prolongar el poder seis años más, el segundo.

Las encuestas y mediciones que van realizándose en el transcurso de las campañas, son una herramienta útil para todos los que quieren conocer cuál es el personaje mejor encarrilado dentro de una contienda electoral. Las tendencias de la opinión pública son datos que modifican discurso y estrategia de campaña en los candidatos.

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Desde los tiempos de internet y con el manejo de las redes sociales, muchas de las encuestas que realizan todo tipo de industrias dedicadas a ese buen negocio, ya no son tan reveladoras como en otros tiempos. Los sondeos y percepciones han demostrado que el día de la elección todo puede cambiar en favor de quien menos se cree pueda ganar.

En el panorama político de Veracruz, es imposible no tener la sensación de que las encuestas se están usando de una forma equivocada y hasta en algunos casos peligrosa. Es decir, no se informa a la opinión pública con datos reales, porque se dan muchas lecturas sesgadas sobre los datos generados. Las encuestas buscan marcar tendencias, no mostrar realidades.

Sin embargo, al margen de que esas realidades no se muestran, y difícilmente las soltarán los equipos de campaña, es más grave que ninguno de los candidatos a ocupar la silla del Poder Ejecutivo, hayan expuesto los principios y la ideología con la que pretenden gobernar Veracruz en los siguientes dos años. Entre discursos vetustos, repetitivos y degradantes, se comen el día sin llegar a explicar estrategias a mediano plazo. Pensar en las de largo plazo, se igualan a un sueño utópico.

La población veracruzana necesita aliento a largo plazo y encontrar en quién confiar. Los regates a corto tiempo, esperando la sentencia de la siguiente encuesta, únicamente deja estelas cantinflescas cuando se arguye: “hoy no me presento a la ceremonia, mañana si, ahora hago como que quiero pactar, mañana monto el teatro de una ruptura…”. Seguir tupiendo con los mismo y los mismos, es pesado para la sociedad.

Las encuestas no pueden sustituir los principios y las ideas. Por mucho que los candidatos insistan en que van arriba o abajo, el clamor social de los veracruzanos es: el cambio, al costo y riesgo que sea. Sin ideas frescas o innovadoras, ganará el menos peor, no el mejor. La sociedad quiere las cabezas de los responsables de la desgracia del Golfo de México, nada más.

Pero si todo el entramado de las encuestas sirve para medir las preferencias electorales de los aspirantes a gobernador, habría que considerar las encuestas que indiquen cómo califica la sociedad la actuación de los funcionarios estatales, municipales y de los legisladores federales y locales de Veracruz.

Los números no mienten, pero los mentirosos los utilizan para mentir (AF).

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