Los casi dos meses de gobierno morenista han traído sorpresas, desencantos y verdaderas decepciones. Lo primero que se descubrió fue la facilidad con que el presidente de la república cambia de discurso, de argumentación y de estrategia. Por ejemplo, poco se habla de la descentralización de las dependencias de gobierno, y de plano, el tema de los militares en las calles cambió totalmente de curso. Pero se han dado algunos casos más de este zigzagueante estilo de gobernar en México.

Hay decepciones que permean hacia todos lados. La sociedad que todavía no cree a López Obrador, los medios de comunicación y los sectores productivos, critican el increíble resurgimiento de no pocos políticos priistas o de partidos afines o satélites, como el Verde, a quienes les dieron áreas de oportunidad y crecimiento, así como a líderes cuestionados de su época priista, que ahora se mueven por el territorio y los pasillos del poder con sendos perdones bajo el brazo. Otros que ligaron posiciones en el Congreso Federal, negocian con todo descaro los votos que requiere el jefe del ejecutivo para hacer efectiva su Cuarta Transformación. 

A todos estos personajes se les engloba dentro de lo que ahora se ha acuñado como los tiempos del primor, en alusión a alianzas, pactos oscuros o componendas entre el PRI y MORENA.

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Y si nos vamos a los funcionarios recién nombrados por AMLO, salvo alguna honrosa excepción, puede decirse que casi todos ellos cayeron en lo que de manera peyorativa se señala como funcionarios primerizos (aquellos proclives a no entender el papel, a utilizar demasiado papel, o en el mejor de los casos, a dar resultados bastante mediocres debido a su pobre preparación o experiencia).

En Veracruz las cosas están igual o peor que en la capital del país. Los priistas que se fueron cabezones con el dinero expoliado al erario en años recientes, negociaron primero con Yunes Linares. Después con la gente de MORENA. Andan campantes por las calles veracruzanas o de otras ciudades, o bien celebrando discretas reuniones domiciliarias, pero felices de que no serán castigados ni exprimidos de sus jugosos dividendos duartistas. Pillos convertidos en verdaderos primores o ángeles querubines. Gabriel Deantes, Ricardo Sandoval, el Cisne Silva y otros, sollozan por injusticias legales, groseras murmuraciones e irreverencias periodísticas que sufren. 

En realidad, poco encontrarán en contra en el gobierno cuitlahuista, ya que enfrente tienen a un numeroso ejército de empleados primerizos, con uniforme de secretarios de despacho, que es muy posible que cursen los seis años del sexenio sin aprender nada, sin funcionar, como ya le ocurrió a un hombre, académico y muy honesto, dicen, que no sufre de hipo ni vergüenza para lamentar sus continuos yerros: Hipólito Rodríguez, un querubín coleccionista de intenciones que ya va en su segundo año de clases municipales en Xalapa.

El gobernador Cuitláhuac García Jiménez tendrá que hacer algo para que empiece a funcionar la maquinaria del palacio y sus dependencias. Si es que piensa en resultados para la población.

Porque por ahora, solo primores, querubines y primerizos es lo que hay.

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