Las complejas circunstancias que ha vivido el estado en los últimos años, hacen necesario un nuevo estilo de gobierno en Veracruz. Una entidad federativa importante en el escenario nacional por el número de habitantes, por su nivel de producción y por lo que representa en lo político, en lo cultural y en lo económico, amerita un gobierno integral, eficiente y sobre todo efectivo.

Lo que ha sucedido en los últimos gobiernos estatales -y en el municipal de Xalapa- no puede continuar mostrándose en el gobierno que iniciará Cuitláhuac García Jiménez.

Esos gobernantes ejercieron o han ejercido un liderazgo omnipotente hacia el interior de sus gabinetes. Invitaron a colaboradores que, salvo honrosas excepciones, no fueron capaces de comenzar por sí mismos alguna acción o iniciativa en beneficio de la sociedad. Casi todos ellos, sometidos a esa clase de liderazgo autocrático y al que hay que hablarle con balbuceos y con la mirada hacia abajo. El resultado es que todas las pifias, todos los yerros y todas las culpas recaen sobre la cabeza e imagen de esos gobernantes.

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El gobierno estatal y los municipales deben volver a las épocas en que los secretarios de despacho o los directores de área sabían resolver problemas, atender a inconformes, crear opciones de solución de problemas y, en suma, manifestar que cuentan con voz y voto, sin descuidar la lealtad que siempre debe existir hacia el superior jerárquico. Colaboradores que desquiten con justicia sus altos emolumentos y privilegios burocráticos.

La sociedad recuerda a funcionarios con categoría y capacidades en estos primeros años del siglo XXI, que sabían ocupar las ocho columnas de los medios de comunicación, y sabían dirigir hacia ellos inconformidades o presiones sociales que, de otro modo, recaerían en los gobernantes estatales o municipales.

A principios de siglo, Miguel Alemán gobernó a Veracruz y dejó trabajar a sus secretarios, que brillaron de acuerdo a sus capacidades y nunca argumentaron el centralismo o la desconfianza hacia ellos. Casi todos ellos aportaron resultados o tuvieron sus tropiezos, sin afectar la imagen de su jefe. Después todo cambió y llegó el personalismo como estilo único.

Ojalá que Cuitláhuac García se haga de un equipo de colaboradores que tengan perfil y luz propia y que sepan ayudarlo en las difíciles tareas que se avecinan.

Uno de los que se espera que sepa manejar la política interna con manos de seda, cabeza fría y decisiones de altura, es Éric Cisneros, el ya designado secretario de gobierno.

Esperemos que no sea solamente el octavo pasajero de esa área -que haga recordar bien a sus antecesores- y que, por el contrario, se constituya más pronto que tarde, en el factor clave que integre al gabinete y apoye con prestancia y energía al gobernador del estado.

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