El Grupo de los Veinte o G-20 es el conjunto de las veinte naciones más industrializadas y con los mayores capitales del planeta. Cada año se reúnen estos países que producen entre todos el 85 por ciento de la riqueza mundial. Además de Estados Unidos y Canadá, América está representada por México, Brasil y Argentina. 

Como ocurre desde 1999, el 28 y 29 de junio próximo sus gobernantes se reunirán en Osaka, Japón para discutir importantes asuntos de desarrollo, finanzas internacionales y combate a la crisis económica.

El presidente López Obrador ha señalado que no tiene intención de asistir y que, si finalmente decide no viajar al evento, enviará en su representación al secretario de relaciones exteriores Marcelo Ebrard.

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Desde luego, ese anuncio ha generado fuertes críticas de periodistas y expertos de la economía nacional. Han manifestado que la nación no puede perder la oportunidad de hacerse sentir en esa cumbre de mandatarios y que, por lo mismo, Marcelo se quedaría afuera del salón por no tener el nivel de representación adecuado.

Otra noticia reciente del ejecutivo federal es la de que el primero de julio dará su primer informe de gobierno y que ese día celebrará el haber triunfado en la elección un año antes. Indicó que en el informe señalará en que ha avanzado el país y en qué está igual.

Respecto a la posición que ha manifestado el mandatario mexicano en torno a esos dos asuntos, su actitud no constituye algo nuevo. Basta recordar aquella cuestionada expresión utilizada por él hace algunos años cuando en reunión masiva gritó aquel “al diablo con sus instituciones”.  

Y ese indignado sentir lopezobradorista lo ha hecho patente y efectivo ya con el carácter de presidente electo o con la banda presidencial en el pecho: La cancelación del aeropuerto de Texcoco se realizó sin tomar en cuenta aspectos legales o institucionales o costos exorbitantes; sus consultas públicas, todas aprobatorias y parciales, se han realizado al margen de las instituciones y leyes. La reforma educativa fue modificada ignorando instituciones e historia jurídica. La guardia nacional aprobada hace poco, se concretó incluso con cambios respecto a su discurso reiterado por años, de que no tendría gran influencia militar, tema observado por la propia ONU. 

Entonces, para qué acudir a una reunión de una institución (G-20) creada sin que él tuviera parte u opinión. Y también, para qué acudir a un encuentro donde alguien de peso pudiera cuestionar o exhibir alguna decisión de Andrés Manuel. 

Y por otro lado, qué pasa si no vamos. Recordemos que varios países con mayor desarrollo que México, no forman parte o solo van como invitados. Noruega, Uruguay, España y otros países cuentan con mejores indicadores de desarrollo humano y no les interesa o no forman parte de ese selecto grupo.

En relación al informe presidencial, es irrelevante la fecha en que este se realice. Tiene muchos años que el informe dejó de informar avances concretos para convertirse en un evento estrictamente político y lleno de parafernalia, como lo desea AMLO el primero de julio. 

El estilo del presidente es otro; y el estilo es el que manda.

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