Dos pesados fantasmas, uno del PRI y otro forjado en el PRD y emigrado al presente gobierno tricolor, retomaron actualidad en este patriótico mes de septiembre. Lo cierto es que son muchos más los que quieren o pueden volverse etéreos, aunque los más señalados son esos dos escurridizos políticos que no quiere dejar olvidar el periódico Reforma.

Ese destacado medio de comunicación acaba de informarnos que existe una vinculación entre los dineros perdidos en las recientes oficinas que ha ocupado Rosario Robles Berlanga en el gobierno de Peña Nieto y aquellos que se perdieron –y que nadie encuentra—en el gobierno de Javier Duarte de Ochoa en Veracruz, durante el periodo 2010-2016.

Y todo por un nombre común que apareció en las empresas fantasmas de Duarte, y también en las que utilizaron para armar la denominada “estafa maestra” de la señora Robles, aquella que hace algunos años quedó un poco ahumada gracias a las traiciones que le jugó su corazón.

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Javier Duarte y Rosario Robles, uno en la esfera estatal y la otra en la federal, dieron rienda suelta a su soberbia, irresponsabilidad y malas artes en la gestión, para ocasionar sendos boquetes financieros en las administraciones que les toco comandar.

Estos dos personajes, y otros pesos pesados de la corrupción y la impunidad, están constituyendo la mejor prueba del siglo para el novel sistema nacional anticorrupción y para los sistemas estatales en la materia.

En los próximos meses o años, ya con Andrés Manuel López Obrador en la presidencia de la república, constataremos si el tabasqueño fue congruente y amoroso con dicho sistema nacional, o si, por el contrario, las innumerables circunstancias de impunidad que arrastra y arropa la alta burocracia y el sistema político del país—que siempre exige las consabidas reciprocidades que tienen origen milenario y alcances multimillonarios—lo mueven a hacer las modificaciones legales necesarias para echarle tierra al asunto y pasar mejor a engrosar de cálidas y mareantes páginas la historia de su mandato.

Ya veremos entonces si la anunciada cuarta transformación que impulsa el régimen morenista logra en efecto incorporar un apartado ético y moral a la vida nacional y de verdadera lucha contra la impunidad, que contribuya a mejorar la administración pública, así como la percepción que la población tiene de sus mandatarios y la negra opinión que sobre México y sus altos jefes, tienen muchas personas en otros países.

Si esto ocurre y sirve de algo, será la mejor muestra de que AMLO tiene tamaños de estadista de alcance mundial.

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