A la situación caótica que se vivía en Veracruz con motivo de la crisis financiera originada en el sexenio de Javier Duarte –que concluyó Flavino Ríos–, se vinieron a acumular los problemas de inconformidad y desorden público originados por el excesivo aumento del 20 por ciento a las gasolinas, establecido por el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Para complicar más las cosas, durante el retorno de vacaciones de la burocracia estatal a las dependencias de gobierno, miles de trabajadores confirmaron que fueron despedidos o impedidos a ingresar a las instalaciones donde laboraban. El gobierno del estado siguió con la estrategia de desgaste que había iniciado desde la primera quincena de diciembre, como lo habían informado los medios de comunicación y las propias redes sociales.

Instalados en el cinismo, algunos funcionarios yunistas, incluso se atrevieron a enviarles sendas felicitaciones navideñas por correo electrónico. Uno de esos casos fue el que realizó el aspirante a senador Julen Rementería, titular de la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas.

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Y si se habla de miles de empleados despedidos en Veracruz, es porque de esa magnitud es el golpe a los derechos laborales que está dando el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares (MAYL). En las dependencias estatales se rumora de altos porcentajes de despidos en las plantillas de trabajadores, que llega hasta un 40 por ciento en algunas áreas.

Ante estas realidades será muy difícil pensar en la reconstrucción del estado. Si se suman los problemas de presupuestos cancelados y falta de liquidez del gobierno federal; la enorme cifra de proveedores y contratistas que no pueden cobrarle al gobierno estatal; el alza de precios en cascada, debidos al incremento a las gasolinas; y ahora, los miles de empleados despedidos de la administración pública, es sumamente difícil hablar de escenarios positivos, de crecimiento de la economía, de construcción de obras y de abatimiento de la pobreza. Lo que diga el Plan Veracruzano de Desarrollo, es palabra hueca.

Estas circunstancias explican en gran medida las actitudes asumidas por el gobernador Yunes Linares en sus primeros 40 días de gestión. Su única apuesta es la seguridad pública y el orden en las calles. No hay otra cosa. A nivel nacional, los únicos presupuestos que crecen y se respetan en estas épocas, son los destinados a la seguridad pública y a la impartición de justicia. Y la gente lo sabe. No hay engaño. Es más, algunos creen que con asegurar el orden público es suficiente. Adiós a las políticas sociales.

Y cuando analizamos la actitud de los colaboradores principales de MAYL, confirmamos esta apreciación. Si usted los encuentra por la calle o en las plazas, los verá humildes, sencillos y bien intencionados. Casi no salen a declarar. Para qué. Con qué.

Por ello, respecto al futuro del estado, los veracruzanos sólo podemos apelar a la fe, a la esperanza y a la caridad. En esas tres virtudes de la filosofía cristiana, podemos creer y tener confianza. Veracruz necesita de un milagro o de varios. Porque la realidad nos conduce a horizontes tenebrosos. A escenarios de niebla; de tinieblas.

Fe, esperanza y caridad, es lo único que podemos tener en estos tiempos.

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