José Antonio Flores Vargas

El mundo helénico dejó suficientes referencias sobre las cortesanas. Con ese antecedente, no extrañaría que en esos lejanos tiempos, hubiera una casa de hetairas con dos encargadas. Que empujada por el pueblo, la prostituta principal se viera obligada a huir un día, dejando a la segunda, a cargo de la administración. Que su salida no disminuyera el disgusto de la gente, y que por el contrario, siguiera presionando a la nueva responsable. Y que en su defensa, ésta sólo se atreviera a soltar un “pero si aquí jamás ha habido ese tipo de mujeres, eso no es cierto”.

Desde luego, esa respuesta habría enardecido más a la población de ese relato, que bien pudo haber ocurrido en la ciudad de Colofón, en la antigua Grecia. El ejemplo de las cortesanas, sirve para mostrar que a veces, las circunstancias aconsejan guardar silencio. Sobre esta virtud, don Jesús Reyes Heroles decía: “nunca pierdas la oportunidad de quedarte callado”.

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Pero ese pensamiento del político veracruzano, cuya fotografía adorna la oficina principal de la Casa Veracruz, es lo que menos ha tomado en cuenta su actual ocupante, Flavino Ríos Alvarado, el gobernador interino.

Llama la atención, que la experiencia y trayectoria de Flavino, no hayan servido de nada en estos 49 días que le tocó gobernar a Veracruz. Soltar la lengua no es algo que deba enorgullecerlo.

Su expresión “se puede gobernar desde el celular”, es una de las más preciadas perlas que nadie esperaba de él. Se nota que el exceso de celular, es una plaga llegada o aprendida de Duarte y sus efebos.

Las desafortunadas expresiones ante los alcaldes desesperados por los dineros municipales ilegalmente retenidos y perdidos, tampoco tienen parangón en la política veracruzana.

Pero lo más cuestionable de este gobierno interino, es el afán de aparecer en los medios nacionales para salir a defender honestidades difíciles de creer, como lo han hecho el propio Flavino y su secretario de Finanzas, Gómez Pelegrin. Cuestionable, porque, si como dicen, no hay dinero, cómo es posible entonces que vayan a los medios a soltar ocurrencias y expresiones fáciles, que están costando muchos recursos a los veracruzanos.

“Nunca imaginé que iba a escapar, yo no sabía que tenía orden de aprehensión”, “Para qué acepté esto”, y etcétera, etcétera, son respuestas infantiles y poco profesionales de alguien que tiene el cargo de gobernador, así haya sido como haya sido.

De similar valor, son las vaciladas que ha ido a decir a nivel nacional el secretario de finanzas: “Es que todo lo ordenaba el gobernador, él manejaba las finanzas” y “sí, se tomaron los recursos para resolver los asuntos urgentes”. Para qué ir a exhibirse de esa manera, mostrando ineptitud y asegurando honestidades que nadie cree. Lo único que logró fue dar pie a que esa declaración se tome como prueba confesional de su mal actuar en la función pública.

Es lamentable el no saber callar, en que incurre Flavino Ríos, quien mejor debiera optar por alguna otra estrategia de salida. Lo que hace, está acabando con su prestigio, o el que creíamos que tenía.

O será que el hablar de más en algunos casos, sea un distractor que utiliza para callar en lo que le ha dado privilegios de índole pecuniario. Porque hemos visto que cuando menos en dos casos, ha preferido guardar conveniente silencio.

Su acceso irregular a la gubernatura, fue denunciado durante su gran noche por algunos diputados, y al otro día temprano, por un especialista en derecho constitucional, el también doctor Francisco Berlín Valenzuela. Estas afirmaciones puntuales, no merecieron ninguna respuesta del flamante gobernador interino.

Como tampoco, lo que Palabras Claras planteó el 14 de octubre anterior, en el editorial DOS PREGUNTAS, SEÑOR GOBERNADOR, donde de manera atenta se le solicitó informar el monto total de la deuda del gobierno de Veracruz y el monto desaparecido de las arcas públicas.

En esa fecha, se escribió: “Los veracruzanos tienen derecho a saber cuánto les va a costar levantar al estado. Por sanidad pública, es preciso que usted dé la cifra definitiva. Y esa tarea sólo cuesta un poco de voluntad y honestidad, virtudes que creemos usted tiene”.

De ambas preguntas, no hubo ninguna respuesta ni esperamos que las haya. Ahora sabemos que Flavino Ríos Alvarado no practica la virtud de guardar silencio cuando la prudencia lo exige, como recomendaba  Reyes Heroles. Lo que sí observamos, es que muestra el defecto de callar, el que suele aparecer cuando se perciben o se han recibido ciertos privilegios.

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