Preocupante y oscuro se mantiene el horizonte mexicano en esta época de populismo y de vaivenes arancelarios y ocurrencias de Trump como signo persistente de su gobierno en el país estadounidense. 

Y este sentir de inseguridad se percibe en muchas sociedades del planeta; los mandatarios de las naciones establecen estrategias y se preparan como pueden para que sus pueblos puedan afrontar de la mejor manera el caos que acecha al mundo en el siglo XXI.

La presidenta Claudia Sheinbaum inicia su segundo semestre en Palacio Nacional y lo primero que ha cambiado es aquel desaseado e inoperante formato de “Abrazos, no balazos” de AMLO, para sustituirlo por otro: el que precisa la realidad de México y el que sí acepta la población, porque empieza a dar frutos.

Sin embargo hay otros aspectos que la jefa de gobierno debe vigilar y encauzar, o cuando menos supervisar directamente, para no encontrarse con sorpresas y ocultamientos, como ahora está descubriendo con los casos de corrupción de la mejor marca obradorista-morenista. 

El aspecto principal que ella debe atender es el de las desapariciones de personas que ocurren en todo el territorio nacional, cuyas cifras rojas hacen palidecer problemáticas de violencia que suceden en otras latitudes.

Qué bueno que en este asunto que ennegrece cualquier panorama, la secretaría de gobernación ha adoptado un manejo más sereno, más incluyente y más honesto, que pudiera crecer hacia lo positivo, tomando en cuenta a los grupos de buscadores y buscadoras que escudriñan los terrenos rurales y urbanos buscando fosas de cadáveres. Una pesadilla que sobrepasa a todas las familias de México y que obliga a que la ONU intervenga para empujar los procesos hacia una solución enfocada en el ser humano y en el humanismo real y no de discurso vacío.

El segundo aspecto a atender sin demora, es el de la falta de medicamentos suficientes y eficaces en el sistema de salud nacional, que va para sus siete años con graves y criminales carencias, superiores a las de sexenios previos al régimen de la ya célebre frase mañanera “Tendremos instituciones de Salud mejor que en Dinamarca”.  

Y el tercer aspecto que a la presidenta de la república debe preocupar y ocupar, es con la decisión cupular (la de su oficina) de terminar de una vez con los persistentes subejercicios en que incurren los funcionarios de los tres órdenes de gobierno, los cuáles hacen pensar en que se continúa con aquella nefasta política de la simulación y de la devolución de los recursos federales a la Tesorería de la Nación, con el secreto objetivo de que la presidencia pueda tener liquidez suficiente para realizar sus obras prioritarias. 

Esto significa que las obras magnas del programa presidencial se llevan el mayor porcentaje de los recursos federales, en detrimento de los objetivos y metas planteados en los Estados y Municipios. Es decir, bajo la consigna de que “La cobija de la Nación exige dejar sin cubrir suficientemente a los Estados y Municipios”.

La joven presidencia de Sheinbaum puede arreglar todas estas deficiencias e insuficiencias. Le quedan 11 semestres para terminar de corregir el rumbo y dejar de echar las culpas a los demás.  Faltan más decisiones buenas por tomar. Que nada ni nadie le obstaculice el paso a la doctora Claudia Sheinbaum. Ella es la que tiene el poder. Nadie más.

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