Como ha ocurrido en los últimos años durante las campañas electorales en la ciudad de Xalapa, una cuadra de la calle Benito Juárez fue cerrada al tráfico vehicular en varias ocasiones. El motivo fue el registro de los candidatos a gobernador del estado en el Organismo Público Local de Elecciones (OPLE), cuyas oficinas están situadas en el tramo de esa vialidad, entre las calles de Revolución y Clavijero.

Y justo enfrente de esa institución, se encuentra el domicilio de Froylán Flores Cancela, un periodista que conoció otros tiempos y otras formas de ver y hacer las cosas de la política en Veracruz. Un periodista que vivió una época de grandes satisfacciones como subdirector del Diario de Xalapa y quien después fundó el prestigiado semanario Punto y Aparte. Un hombre a quien su trabajo como reportero, analista político y promotor de la cultura, le permitieron ser el primer veracruzano que recibiera del presidente de la república el Premio Nacional de Periodismo en el año de 1978, situación que no clamaba a los cuatro vientos.

Pero para él, los años de gloria y reconocimiento terminaron en los albores de este siglo. Froylán, como le llaman sus contados amigos, conoció primero la tragedia familiar, para caer después en la enfermedad de la que no ha podido salir avante. Se ha minado su salud física y mental, razones por las que poco se le ve en público.

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No obstante, en los últimos meses ha llamado la atención la prisa y el desmedido interés de personas cercanas a él -aunque sin ningún lazo de sangre- que insisten en llevarlo a escenarios o situaciones que nada tienen que ver con la estatura y formas de pensar del periodista. O bien han sido entregas de archivos periodísticos, o bien creación de asociaciones, o bien reuniones vacías con personajes de disímbolos intereses, o como resultó la última ocasión de la semana anterior, en que lo sacaron en silla de ruedas de su habitación para «balconearlo» en su propia casa, con el supuesto fin de que un candidato que se estaba inscribiendo en el OPLE, de manera «natural y oportuna» le brindara «un reconocimiento» que el viejo periodista no necesita.

Ante tal «acomedida» comedia, eran razonables las extrañadas expresiones de algún despistado seguidor del candidato que expresó esa mañana «¿Y quién es ese señor del balcón, a quien saluda Pepe?».

Como puede leerse en sus Monólogos y Diálogos, Froylán aseguraba que «los homenajes son vanidades que los vanidosos organizan para otros vanidosos». Y habría que preguntarse si para este balconeo con reflectores, Pepe Yunes contaría con la opinión favorable del silencioso periodista. A quienes conocemos a Froylán, nos parece que esa posibilidad es un tanto lejana, si no imposible.

Pero es probable que ese despropósito haya sido una más de las erróneas acciones de Américo, el anquilosado y lenguaraz directivo del PRI estatal. El auténtico amigo de fallas del candidato a gobernador.

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