La internacional Sonora Santanera forjó hace pocas décadas un éxito radiofónico que disfrutaron chicos, grandes y aficionados al pancracio.  Los luchadores es un tema bailable que aún sale a relucir en muchas fiestas.  

Inicia con un anuncio del cantante, que evoca lo que ya se observa en torno al futurismo morenista—nacional y estatal—desde luego, porque no hay otro en el panorama político: “Respetable público, lucharán a dos de tres caídas, sin límite de tiempo. En esta esquina, El Santo y El Cavernario, y en esta otra, Blue Demon y El Bulldog”.

Es un hecho que en toda precandidatura existe una terna, siempre acompañada de otros prospectos, que suelen ir de relleno. Si hablamos de la presidencia de la república, la gente menciona a Ebrard, a Monreal, a Sheinbaum, y por supuesto, al glorioso e inescrutable caballo negro, siempre en las sabias manos y neuronas del ejecutivo federal.

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El Santo, el Cavernario, Blue Demon y el Bulldog. Y cuáles características poseerán los actuales prospectos presidenciales para entrarle al mando superior. Cuáles de ellos serán santos inocentes u oscuros cavernarios; quién hará más daño que un demonio, o cuál de los contendientes, luchará como un perro para obtener la siguiente candidatura al cargo.

De este grupo, por ahora, la que está protegiendo AMLO es a la señora Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno de la Ciudad de México. A Ricardo Monreal, el ejecutivo federal le cambia la jugada y los humores en cada bola mala que le envía al Senado. A Marcelo Ebrard, el mandatario lo acaba de salpicar y rebasar por la derecha reaccionaria, con el tema del súper yerno de Trump y con el del perdón español ideado por la doctoral Beatriz, aquella que, para enmendar la plana, fue a perderse al fin del mundo a Chile, a recordar viejas historias familiares y a reunirse con las damas intelectuales del hermano país sudamericano. 

Pero a pesar de esos escarceos, debe reconocerse que con Sheinbaum, Ebrard y Monreal, el partido Morena va de gane, con toda la euforia y sin competencia alguna. Lo dice la propia canción:  La arena estaba de bote en bote, la gente loca de la emoción, y en el ring luchaban los cuatro rudos, ídolos de la afición.

En Veracruz también se escucha la tonada santanera: El Santo, el Cavernario, Blue Demon y el Bulldog, repiten sin cesar adeptos y simpatizantes. Sueñan o suenan para el siguiente cambio de gobierno los siguientes: Rocío Nahle, Manuel Huerta, Ricardo Ahued y Eric Cisneros. 

Pero en las mismas estrofas, se asoma inopinadamente un personaje del estero de Boca del río, que alguna vez se soñó candidato a la presidencia, junto al excanallín Anaya (escupido, perdonado y olvidado) y el difunto exgobernador de Puebla. Y este señor que recuerda a Blue Demón y al Bulldog en una sola máscara, se sabe que utiliza ya grandes capitales rehaciendo sus redes y prometiendo metálicos apoyos a los antimorenistas.

También sale a relucir algún cavernario que opera de lo lindo desde las oscuras tinieblas y lleva los presupuestos federales para convencer, financiar y “conseguir recursos electorales” vía porcentajes de obra (diezmos o ventiladores). Y en este fin se perciben trilogías operativas con un “Delegado alterno” de nombre Roberto Sánchez Migoni, ¿Cisneros, Huerta?, organizando reuniones estratégicas por aquí y por allá. Imagen del Golfo y otros medios han hecho puntual seguimiento en estos días, mencionando al primero de ellos. 

Y en paralelo aparecen falencias y dolencias en torno a la secretaria Rocío Nahle, a su protegida senadora Balderas, y a otros de sus operadores políticos del sur, que se pelean con todo en el pequeño ring olmeca, llenando de estiércol a la Cuarta Transformación y a su líder. 

A la joven congresista le endilgan amoríos y cercanía laboral con un valeroso violador de menores en Coatzacoalcos, recluido ayer en prisión. Las redes sociales le ayudan y atacan al mismo tiempo, y ella (la senadora Balderas), se defiende como gata boca arriba negándolo, apenas descendiendo del avión que la trae con aires fifí de Nueva York. 

Casualidades o causalidades, decía alguien. Mientras tanto, el también senador Ricardo Ahued usa la ineptitud del alcalde de Xalapa para hacer campaña en la campiña floreciente de los pavimentos de escasa calidad que se construyen en la capital del estado con los pocos recursos que Tula Guerrero no devuelve a la federación.

Desde luego, para hacer realidad el sueño sucesorio de varios de los luchadores de esta canción morenista en Veracruz, antes deberán modificar la Constitución local. Por ahora, algunos de ellos están impedidos legalmente para ser candidatos a la gubernatura.

Pero mientras observamos esta pasarela, reflexionemos en la sabrosa melodía de la Santanera: “Métele la wilson, métele la nelson, o la quebradora y el tirabuzón. Quítate el candado, pícale los ojos, jálale los pelos. ¡Sácalo del ring!”

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