La semana pasada ha sido una de las más terribles que le ha tocado vivir a Veracruz en las épocas recientes, a causa del incremento de los crímenes contra la población, perpetrados por la delincuencia organizada.

Ante ello, los veracruzanos se hacen muchas preguntas. Acaso el problema es mayor a las posibilidades reales del gobernador. Acaso no existe quien pueda dirigir esa lucha en el estado. O es que no hay capacidad gubernamental para afrontarlo. O acaso, el que debe hacerlo, está más pendiente de su proyecto sucesorio y por ello no está al cien por ciento en su tarea.

Pero también se puede pensar que los que deben ayudar al gobernante, no lo pueden hacer, porque no están al nivel que debieran. Si ese es el caso, nadie dudaría en que esos ineficientes elementos deben renunciar y no seguir dañando al superior que los invitó. Porque no sólo incumplen con Yunes Linares; le fallan al pueblo veracruzano.

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Ante estas ominosas noticias que ya son diarias, el gobierno yunista, debe estar dilucidando en cómo mandar a su casa a gente como Rogelio Franco, Jaime Téllez y otros más, que parece que gozan de vacaciones a cargo del erario.

Por esta clase de circunstancias adversas, que se observan en todo el territorio y se sufren en el gobierno estatal, es muy probable que varios alcaldes electos, estén meditando en cómo llevar a cabo la organización del gobierno en sus municipios, y también, buscando a las personas que invitarán como colaboradores. Pero fundamentalmente, ponderando las acciones a desarrollar en los Ayuntamientos para disminuir la delincuencia, la impunidad y la corrupción.

Así mismo, estos alcaldes que entrarán en funciones el primero de enero del año próximo, deberán entender que no pueden comportarse como islas, sin relación alguna con el gobierno estatal y el federal. Sobre todo porque la situación de inseguridad y económica los obliga a gestionar recursos en esos dos órdenes de gobierno.

Hipólito Rodríguez, el alcalde electo de Xalapa, ha manifestado dos cosas que hay que aplaudir: Se retirará a la docencia y la investigación, una vez concluya su gestión municipal; también ha dicho que auditará la gestión de Américo Zúñiga Martínez. Dos grandes decisiones. Si las cumple cuando llegue el momento, demostrará ser un hombre honesto, sabio y congruente.

En el tema de las auditorías, ojalá y no lo entretengan las revisiones absurdas y de rutina de los pesos y centavos, y se vaya ipso facto a los temas gordos y de millones. Que revise el asunto de las cantinas y giros negros en el centro y en los suburbios, así como los permisos y autorizaciones del área de desarrollo urbano. Que vea con lupa los ingresos, los egresos, las “fugas”, los cuentones dispensados por consumos comerciales, los aviadores de la efebocracia americanista, y todas las onerosas componendas en la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento.

Sobre todo, que sin demora o distracción mediática, revise lo concerniente a la obra pública municipal, ordenando una auditoría técnica a la calidad de la construcción de vialidad inaugurada y que pronto puede verse afectada por posibles fracturas de pavimentos. Más que otra cosa, que con microscopio observe los precios, sobreprecios, trapecios y pecios que supuestamente existieron en esas opacas profundidades y que han permitido al buen Américo navegar los mares en busca de un escaño en el senado de la república.

Al hacer públicos los resultados de estos detalles, el alcalde electo de Xalapa mostrará a los xalapeños que en su gestión las cosas serán diferentes y en beneficio de la ciudadanía, no de unos cuantos.

Habrá que esperar.

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