El historiador Suetonio y el dramaturgo William Shakespeare narraron en sus obras el asesinato del emperador Julio Cesar, a manos de un grupo de conspiradores romanos que estaban hartos de su poder dictatorial durante la centuria previa al cristianismo. Ambos autores refirieron las últimas palabras del moribundo a su protegido Marco Junio Bruto, quien lo miraba imperturbable mientras portaba un traicionero puñal: “¡Et tu, Brute!” (“¡También tú, Bruto!”).

Esa frase que desde aquellas épocas ha simbolizado a la deslealtad, es seguramente una de las que resuenan en la mente del alcalde xalapeño Hipólito Rodríguez Herrero, en estos tiempos en que todos tienen algo negativo qué decir en torno al trillado tema de la basura de la capital del estado.

Y la complicación se ha vuelto enorme para él, que ese asunto tan menor y tan maloliente podría hasta hacerlo perder el cargo. El presidente municipal se ha encerrado en su burbujeante soberbia y no ve ni escucha a nadie.

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Su terquedad y su superficial manera de ver las cosas de la política y de la administración pública, han causado al partido MORENA, a Cuitláhuac García y a el propio Andrés Manuel, un tremendo daño de percepción social que, si no se corrige, puede ser irreparable.

Aunque “las benditas redes sociales” traten de componer las cosas a Rodríguez Herrero, la realidad es que el asunto ya escaló a nivel de escándalo, en que quizá lo más saludable para todos sea que en cuanto Cuitláhuac y Andrés Manuel tomen posesión el primero de diciembre, den un manotazo y regresen a Hipólito a lo que dice él, que sí sabe hacer: a la comodidad y placidez de la academia.

Es obvio que ni la obra pública, ni las relaciones con los trabajadores, ni los baches o la basura son temas que pueda resolver.

Y se piensa en el retiro de Hipólito, porque hasta ahora, nadie de los morenistas más connotados se ha atrevido a hacer una mención seria o de defensa. Pareciera que, en su control de daños, ya la tómbola sentenció que es mejor que el alcalde marche por donde llegó y venga otro a componer los desaguisados del primer año morenista en la administración municipal de Xalapa.

Sin embargo, Hipólito, obligado por la fuerte presión social, tuvo que doblegarse ante el gobernador, reunirse ayer con el secretario de gobierno para recomponer el camino pero de paso generó más estridencias entre Miguel Ángel Yunes y Cuitláhuac García, ya que este último ahora señala que la mano que ha mecido la cuna en el tema es Yunes Linares.

Podría ser conveniente un golpe de autoridad del gobernador o del presidente, porque la decepción de la sociedad crece en cada día que pasa. No son pocas las familias que están optando por irse de la ciudad para buscar mejores aires en otros estados del país como Puebla o Querétaro. Solo basta con recorrer las zonas habitacionales de la capital, para comprobar el creciente número de viviendas en venta o renta que existen. Xalapa no tiene turismo, no tiene empresas, no tiene empleo, no tiene calidad de vida, ni tampoco autoridades que inspiren confianza.

La esperanza veracruzana en la república amorosa de AMLO y Morena se está difuminando entre las ineptitudes e irresponsabilidades del alcalde que no ve más allá de sus narices.

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