Los primeros meses de la era morenista en Veracruz han dejado innumerables hechos de violencia y dolor que a todo mundo apena y acongoja. Hechos criminales de los que no se puede culpar al presente gobierno estatal. Pero hay otros hechos que definitivamente sí se pueden adjudicar a la administración cuitlahuista. De este grupo de sucesos, circunstancias o fenómenos políticos raros, bien pudiera escribirse un libro entero sobre historias de la risa, de la burla y de la infamia.

Cinco meses que han mostrado lo malo en todos los colores y que indican que estamos entrando a otro mes con iguales características, a pesar de que AMLO vino, venció y se fue con el consejo y la consigna de que todos los jarochos debían serenarse.

Pero apenas el presidente instaló sus retenes de la Guardia Nacional en Minatitlán, e inmediatamente la terca y juguetona realidad se abalanzó sobre los veracruzanos y el gabinete que quiere ir a danzar salsa a Boca del Río. Con lo que está sucediendo en estos momentos, nadie puede negar que así ocurre, y que las cosas no se pueden detener por decreto.

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En este caudal de despropósitos, el primero que abrió la boca fue Pedro García Montañez, el exquisito magistrado presidente del Tribunal de Justicia Administrativa, quien informó ayer que él y sus otros tres compañeros magistrados, comedidamente se bajaron del sueldo un cuantioso 23% y que, por esa acertada razón política, su remuneración mensual ya solo será de 102 mil pesos mensuales. 

Pero esa necesidad salarial parece que no se presenta solo en ese justiciero Tribunal. Ayer trascendió que al flamante gerente general del INVIVIENDA (el instituto de la vivienda veracruzana), no le fue suficiente la remuneración que le correspondía en su segundo mes de trabajo. En enero de este año, el atrevido gerente se autorizó un préstamo institucional de 91 mil pesillos para atender y resolver sus primeras necesidades como alto funcionario 4T. Ojalá y esa mágica cifra no se convierta mañosamente en compensación confidencial definitiva y con ello rebase en lo oscuro y por la derecha a su propio presidente de la república.

Pero el que superó en mañas a sus mentores y valedores, fue el nuevo presidente estatal del PRI, quien de acuerdo a las historias de animoso café jalapeño, abusó de las artimañas, encuestas y actas electorales, excediéndose con un padrón de militantes a modo el domingo pasado, para hacerse de holgado triunfo ante otros dóciles y honestos contendientes al cargo que se quedaron chiflando en la loma. 

Esta enlodada contienda por el liderazgo priista, hace recordar a la pasada elección de dirigencia panista que sin mácula alguna ganó Pepe Mancha, el tramposo líder tuxpeño, beneficiario de varios contratos millonarios en la época de Yunes Linares.

Todos estos casos con jocoso componente, hacen reflexionar en dos cosas: Cumplen a la perfección con una nefasta idea de moda, que periodistas e intelectuales fifí, critican ácidamente en estos tiempos: “Si es para hacer justicia, no importa ir contra la Ley”.

Y la segunda es de ida y vuelta. Con componendas partidistas como las ocurridas en PAN y PRI, cómo pueden criticar ellos a López Obrador y sus consultas ganadoras como la del Aeropuerto de Santa Lucía o el Tren Maya.

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