El año 2020 y especialmente el mes de marzo han mostrado a los mexicanos una serie de errores y horrores que hacen pensar un futuro nada promisorio. Los gobernantes y los principales actores de la vida nacional viven horas bajas. Nadie se salva. Las circunstancias adversas han tomado a todos por sorpresa. Y los modelos a seguir por los ciudadanos, trastabillan en terreno plano o se comportan como muñecos inanimados, desarticulados y a veces desalmados.

El coronavirus está tocando la puerta del país y las respuestas de los jefes son erráticas e insuficientes. El precio del petróleo se bambolea en medio de los aires arenosos del desierto árabe y nos da por el triunfalismo. El presidente insensible le aplica conservadores a la lucha feminista del 8 y 9 de marzo, porque no quiere que se eche a perder la intención y los ingredientes. El dólar le da dolores de cabeza a la economía nacional, pero siguen los proyectos obradoristas. Mientras tanto, los asesinatos y los feminicidios junto a los cobros de piso e incendios a comercios y empresas mantienen en la sociedad el recuerdo de la crucifixión católica sin que alguien quiera modificar la espantosa nueva historia. Y hay un buen número de respuestas malas para los temas que pudieran surgir.

Las iniciativas femeninas no impidieron las encuestas para medir los asuntos de la política mexicana. El presidente salió mal parado en ellas, y como le afectó en lo interior, ahora dice que las “cucharearon”, o sea que, según él, su política austera con los medios de comunicación motivó la creación de esos resultados que le son adversos por haber bajado algunos puntos su posicionamiento. Dice que sus encuestas propias no lo bajan del sesenta por ciento de aceptación. 

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El estudio demoscópico aplicado a personajes de diversa filiación política pone al PAN y al PRI, o a Osorio Chong y a Dante Delgado, con porcentajes alrededor del 20 por ciento. Si esos estudios están cuchareados, como afirma AMLO, acaso debemos creer que esos prohombres tienen otra calificación al alza. O es que ahí no aplica el cuchareo andresiano.

En el tema del cuchicheo de bajo perfil, aplicado a la aldea veracruzana, esta semana trasciende un par de “bembazos”: el primero, la oportuna resurrección de Pepe Yunes, con su capacidad, bonhomía y carisma mediática, listo para lo que el PRI necesite de semejante dechado de virtudes. El segundo, otro mensaje, este de ficción financiera, al parecer también proveniente de los aires costeños: el descubrimiento de miles de millones de pesos del erario veracruzano, que la normatividad y los contralores no vieron que llegaron a las cuentas personales de un primo que dice no ser totalmente palacio. 

Desaseo moral y político, es como conclusión, lo que abunda en estos preparatorios días de cuaresma.

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