Anoche que se terminaron los tiempos de las precampañas para la elección 2018, deben haber perdido el sueño muchos priistas y simpatizantes comprometidos de ese partido. A menos de cinco meses de que sean las elecciones, el otrora acorazado tricolor no encuentra por ningún lado la manera de llevar a buen puerto a sus máximos exponentes a los distintos cargos que están en juego y que se definirán el primero de julio próximo.

Desde luego, el que más preocupa es el candidato presidencial Pepe Meade. Después, los candidatos a las gubernaturas y al último los contendientes al senado y a las diputaciones federales y locales. En Veracruz, dos Pepes -Meade y Yunes Zorrilla- están sufriendo a causa de las infumables campañas que se llevan a cabo en su favor.

Pero en el pecado llevan la penitencia y hasta los santos óleos. Ambos políticos, teniendo como impulsores a pesados lastres que sólo los llevarán al fondo del mar. Porque, la primera caída en el ánimo de la sociedad votante, es cuando ésta se pregunta quiénes están detrás de esos aspirantes, apoyándolos.

Anuncios

Y haga usted mismo su respuesta y una pequeña conclusión del “tremendo” respaldo con que cuentan, repasando unos cuantos nombres: Enrique Peña, Videgaray, Nuño, “Clavillazo” Ochoa, Beltrones, Gamboa y los decepcionantes gobernadores (los mandatarios en activo, con sus cuestionados colaboradores; o los detenidos o en fuga, así como sus temerosos excolaboradores, a quienes seguramente las nuevas autoridades tienen en punto de mira, o tiro de gracia, como dicen los prohombres del estero de Boca del Río).

Pero centrándonos en el estado de Veracruz y en el esforzado Pepe Yunes, por ningún lado se percibe la manera en que el PRI pueda obtener resultados positivos, con todo y que la endeble figura de Cuitláhuac en nada ayuda a Andrés Manuel.

Parece que el priismo ya entregó la plaza a los nuevos jefes boqueños y al yunismo azul. Actores políticos relevantes en las regiones, ya fueran limpios o sucios, cambiaron el color rojo y corrieron a guarecerse bajo otros cielos políticos. Algunos que siguen medrando allí, hacen como el Tío Lolo y los siete enanos. De plano, esperan que corran los meses y las semanas para salir de la gran mascarada roja y verde, llevándose lo que puedan arrebatar a los aún fieles postores.

Pepe Yunes es culpable del desorden y de la debacle que le viene encima. Su alter ego acomodado (con comodidad) en el PRI, no es garantía de ningún resultado favorable. Hay que recordar que, en su papel de alcalde de Xalapa, Américo Zúñiga no ganó una sola elección. Perdió todo, y hasta la poca confianza que había de sus paisanos. Y ese anquilosado hombre de pérdidas sociales y partidarias y de pingües ganancias personales, que es Américo, llevará a la desaparición total el priismo en Veracruz.

Y sí, es cierto lo que no se puede negar. La derrota de Yunes Zorrilla el primero de julio será toda una paradoja. El tercer lugar electoral, que no más, será para Pepe, un hombre impoluto y de maneras prístinas y sin mácula, que recuerdan mucho a las que presumía el cisne Silva en su etapa duartista.

Y penoso en extremo, porque como ya todos sabemos hasta el cansancio, Pepe es todo un caballero de la política que ha recorrido mil veces el estado. Un caballero andante, en tiempos de mortal malicia. Brutal malicia que apunta a convertir a Pepe en triste caballero errante en el fantasmal páramo del priismo veracruzano el próximo primero de julio. Un armado y viajero caballero que no sirvió a los dragones ni de aperitivo.

Los priistas ciegos insistirán en que ésta es una percepción equivocada. No quieren aceptar que la realidad suele ser demasiado cruel.

Publicidad