Después de seis años de descontrolado gobierno duartista y de los dos años de promesas incumplidas por el yunismo de Boca de Río, el PRI y el PAN quedaron en el fondo de la credibilidad y preferencia de la población veracruzana, noqueados y destruidos por el arrebatador triunfo del partido MORENA.  

Miguel Ángel Yunes Márquez pasó del coraje por la derrota electoral a una temporada de ostracismo que no termina y que además desubicó a Pepe Mancha y a los demás generales azules, desacreditados a causa de las innumerables corruptelas que se dieron en casi todas las dependencias de la administración estatal en ese periodo bianual. En estas semanas, la cereza del maloliente pastel panista es el escándalo por la placita de maestro que indebidamente se adjudicó el exsecretario de educación Enrique Pérez, el cual destapará a más exfuncionarios yunistas-perredistas que beneficiaron a familiares y amigos en la SEV.

José Francisco Yunes se azorrilló en la madriguera de siempre con sus complacientes aplaudidores que le curan las heridas a destajo y sin tapujos, apelando a su terca memoria. No saben ni cómo llegaron con él, ni cómo perdieron esa lucha por el poder que sólo Pepe creía ganar. Ahora el peroteño debe estar tratando de colocarse como docente en el ITAM, si es que recuerda su formación académica.

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Héctor Yunes pudo ubicarse como diputado federal y colocar a su hija y a su segundo en el congreso veracruzano -el Moreno más priista- siempre cachando las bolas que le aviente el pitcher que acomoda el juego de Palacio.

De los demás mercaderes tricolores que con inusitada soberbia se alejaron de la militancia, no se hace un solo personaje de nivel intelectual ni de altura política que pueda constituirse en algo que pueda denominarse oposición. Los Zúñiga, los Molina y algunos otros onanistas de ocasión, no cuentan con ninguna posibilidad de conseguir algo que no sea las mermadas prerrogativas políticas y algunas posiciones edilicias en la próxima jornada electoral municipal. Pero ninguno de ellos tiene manera de acrecentar el priismo, porque la gente ya no les cree.

Si se habla de partidos más pequeños, Movimiento Ciudadano, por ejemplo, es un grupo que en Veracruz está negado por aquella máxima de “Nadie es profeta en su tierra”. En ese partido, Dante Delgado sólo practica el elíptico o circular movimiento de manos del yoyo.

El PRD no tiene figuras que puedan destacar. Desde hace algunos años sus activos principales adoptaron la posición pasiva que ávidamente busca alimento reanimador, venga de donde venga. Por eso MORENA aprovechó lo menos peor que tenían los perredistas y desdeñó lo inservible. 

El partido verde se pudrió en el fango, en la incapacidad de sus dirigentes y en las malas compañías. Dos o tres risueños soñadores ya no saben ni en que soñar.

Y si se trata de partidos o “negocios partidistas” de nuevo cuño, ni Garrido, ni Morgado, ni Amadeo, tienen nada que ofrecer a la sociedad que los mira con desprecio, por más que sus voceros se esfuerzan en divulgar que son los salvadores políticos de los veracruzanos.

Si es que llega a aparecer en Veracruz, la oposición tendrá que darse desde una postura ciudadana, no por la vía de los partidos y políticos desacreditados. 

Ese es el quid de la cuestión. Los difíciles momentos que vive Veracruz requieren de una oposición crítica y constructiva que ayude a forjar condiciones más generosas para todos.

Pero esto es lo que hay.

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