José Antonio Flores Vargas

Hoy terminan oficialmente las campañas políticas en trece estados de la republica y comienza a correr el sexto mes del año. Los veracruzanos tenemos una cita con las urnas el próximo domingo 5 de junio, en donde se elegirá gobernador de dos años, así como treinta diputados al Congreso local. En este caso, como muchos en la vida, no hay plazo que no se cumpla.

Conocido por la ciudadanía todo lo acontecido en estos meses, es oportuno que los votantes tomen en cuenta las actuaciones de las distintas fuerzas políticas, en ese corto pero intenso periodo. Hay un rechazo mayoritario a las políticas implementadas por el gobierno estatal, las cuales han sido fuertemente analizadas y señaladas.

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La esencia del proceso será enjuiciar al Ejecutivo saliente, cuestión que los priistas y algunos sectores económicos y financieros que apoyan al partido oficial, tratan de minimizar con el apoyo de los medios de comunicación afines.

La caída en votos también podrá presentarse debido a que el Ejecutivo Federal se encuentra en el peor momento de popularidad y rating entre los mexicanos. La política que se ha instrumentado es antisocial y tiene al país y a Veracruz, en niveles de desigualdad y exclusión social, similares a los padecidos a finales del siglo XIX y principios del XX.

Por ello, no deberá sorprendernos que en estos últimos días, se trate de generar un estado de crisis entre la gran mayoría social. Lo intentarán por dos vías: generando miedo en el pueblo para que no salga a votar el domingo próximo y condicionando apoyos mediante la presión a las bases.

Las presiones, el miedo o la crisis, que pueden aumentar en estos días, no son una estrategia suficiente para que los ciudadanos dejen de votar. Se percibe un deseo social de sufragar, bajo cualquier circunstancia. Se tiene la esperanza de que las cosas cambien, aunque sea para no cambiar.

La ciudadanía tiene confianza, quiere participar y no ignora el razonable cansancio que producen las campañas políticas. Sabe que está en juego el porvenir de nuestras generaciones futuras. Están plenamente convencidos de que no se puede dimitir al compromiso social de elegir a nuestros gobernantes.

El siguiente gobierno tendrá la oportunidad de ser la prueba que necesitamos para demostrar a la población veracruzana que nuestro estado, no sólo sabe reír y llorar, sino que sabe elegir y transitar con madurez democrática.

La incertidumbre e insatisfacción debe reflejarse en el resultado de la elección. Sin embargo, el sistema político y los partidos apuestan a los votos duros, a que el ciudadano medio, el de a pie, se olvide de todo lo que ha sucedido en México y Veracruz. Si no hay olvido se abre la brecha a la certidumbre y la satisfacción. Todos tenemos una gran responsabilidad.

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